Jean-Paul Castro Lamberty
Estudiante de Periodismo
Escuela de Comunicación
Universidad del Sagrado
Corazón
Saliendo
del clóset de la invisibilidad
(Editorial)
En el momento más neurálgico de nuestra
historia, cuando abogamos por el reconocimiento de unos derechos que nos
permitirán un mejor futuro, hace falta comenzar dando la lección por la casa.
En Puerto Rico, el 46.2 por ciento de la
población vive bajo el nivel de pobreza, sin embargo casi todos podemos
acostarnos a dormir en un techo seguro, con un estómago lleno luego de una cena
y con la garantía de que si nos enfermamos, algún servicio de salud vamos a
acceder.
Aún en ese escenario, uno de los peores que
refleja nuestra sociedad, hay un sector de la ciudadanía que vive sin tener
acceso a servicios básicos como la salud, los derechos y el mercado laboral.
Este grupo, compuesto por alrededor de 25 mil personas en Puerto Rico viven
completamente invisibles ante la sociedad y el estado.
Hoy por hoy, la comunidad transgénero,
transexual y con variabilidad de género es el sector más discriminado en
nuestro país y el mundo. El estado ni tan siquiera trabaja cifras que puedan
adelantar el acceso a suplir sus necesidades. No se les reconoce el derecho a
tener una identidad de acuerdo a lo que sienten y finalmente los culpamos por
buscar alguna salida para sobrevivir y cumplir sus necesidades básicas.
Esa realidad desgarradora, quebranta todo
reclamo de derechos y oportunidades que como país buscamos adelantar. Si bien es cierto que nuestra coyuntura social
y económica es histórica, hay que comenzar reconociendo el lugar que tiene en
nuestra sociedad toda persona que pertenece a una minoría sexual.
De nada vale la igualdad que predicamos, si
somos incapaces de ponerla en práctica. Indistintamente de su creencia moral o
religiosa, todos los habitantes de esta tierra tenemos el derecho a reclamar lo
que por ser humanos nos corresponde. La comunidad transgénero no es la excepción.
Llegó el momento de darles visibilidad y mostrar su realidad al mundo.
En la
salud y en la enfermedad
Nota
del editor: Esta es la primera
publicación de una serie investigativa de tres reportajes sobre la falta de
acceso a la salud, los derechos y el mercado laboral de la comunidad
transgénero y transexual en Puerto Rico. En el escrito de hoy se discutirán las
limitaciones en servicios básicos de salud a esta comunidad y sus
consecuencias.
Nacen en un cuerpo, pero su
identidad está en otro. Intentan adaptar su imagen a otro género a través de
hormonas, cirugías y medicamentos. Sin embargo, cuando algo les sale mal no es
tan fácil recuperarse. Les falta mucho, pero carecen de lo más básico: salud.
Sophia
Isabel Marrero es una mujer transexual de 45 años. Hace diez meses sufrió un
derrame cerebral que le paralizó todo el lado derecho de su cuerpo. “En muchas instancias, he expresado
que la transexualidad es una maldición, por ejemplo en este proceso del derrame
cerebral, las experiencias son bien humillantes”, afirmó Marrero.
Ante la
falta de cubierta y servicios especializados de los planes médicos, los
pacientes trans atienden sus necesidades médicas en instituciones públicas. Sin
embargo, el primer obstáculo que enfrentan es el simple proceso de llenar los
documentos para el record médico. Algo que para cualquier persona no representa
ningún inconveniente.
“Yo estaba en la sala de emergencias y tan
pronto llegué el médico me preguntó si ya yo me había sometido a mi corrección
genital. La pregunta me hizo sentir bien incómoda. Porque qué tenía que ver si
yo tenía o no vagina, con el proceso que estaba pasando en ese momento. Claro,
en ese momento, me preocupó porque él hizo su prognosis, basado en el
conocimiento de que yo estaba bajo terapia hormonal y dijo de lleno que esto había
sido un derrame cerebral provocado por un coágulo sanguíneo por mi proceso
hormonal. Entonces, ha sido bien frustrante, porque los profesionales de la
salud, antes de profundizar o de emitir una opinión médica, no, se van por la
tangente”, expresó Marrero con evidente molestia.
En Puerto Rico no existen médicos o
profesionales de la salud especializados en personas transgéneros y/o transexuales.
De hecho, solo existe una iniciativa a nivel gubernamental para suplir algunas
necesidades médicas de esta comunidad. Esta es la Clínica TransSalud del
Municipio de San Juan establecida el pasado año.
Para que una persona transgénero o
transexual pueda recibir servicios en la clínica debe tener un diagnóstico de
disforia de género. Es decir, que la persona presente un conflicto, certificado
por un profesional de salud, entre el sexo físico con el que nació y con el que
se identifica.
TransSalud ubica en el Centro Doctor
Gualberto Rabelle en el Sector Hoare de Santurce. La Clínica cuenta con un médico
internista, psicólogos, trabajadores sociales y un enfermero. Según su enfermero
Víctor Mojica, en el 100 por ciento de los casos, los pacientes que solicitan
servicios son diagnosticados con disforia de género.
Clínica TransSalud |
La doctora Eunice Avilés, psicóloga
clínica e investigadora, entiende que no todo el mundo tiene disforia de
género. “Algunos casos son procesales, hay personas que solo utilizan
vestimenta del otro género”, añadió la puertorriqueña radicada en el estado de Massachusetts.
Una de las limitaciones que enfrenta
la Clínica TransSalud son los horarios ya que solo ofrece servicios los martes
de una a tres de la tarde, jueves de dos a seis de la tarde y viernes desde el mediodía
hasta las tres de la tarde.
“Somos la única dependencia de
gobierno que ofrece servicios a la población trans. Tenemos pacientes que
vienen desde San Sebastián, Mayagüez, Moca a recibir estos servicios”, expresó
Mojica. Los servicios que ofrece la clínica son libres de costo para pacientes
de la HIPPA 500 de la Reforma de Salud, de lo contrario tiene un deducible de
$25 por persona.
Por otra parte, otro de los dilemas
que enfrenta la población trans en Puerto Rico es el acceso a conseguir
hormonas y medicamentos para poder transicionar de un género a otro. Según Ángela
Méndez, trabajadora social del Centro Comunitario LGBTT, las personas trans
solicitan recetas de hormonas a otras personas y así adquieren las dosis.
De
hecho, ni tan siquiera el Departamento de
Salud tiene datos estadísticos, por lo cual se dificulta realizar un análisis
de cuáles son sus necesidades específicas de salud. Esta labor la está
realizando el tercer sector. Según el Proyecto Transforma, un 78 por ciento de
las mujeres transexuales ha utilizado hormonas, las consiguen sin receta y no
siempre tienen acceso a éstas.
Del mismo modo, un 47 por ciento reportó
haber utilizado silicón, administrado por
personas no adiestradas y un 4 por ciento se ha sometido a cirugías para
feminizar el rostro y confirmar su género. Además, apenas un 15 por ciento
había visto a un médico para el uso de hormonas y un 32 por ciento indicó haber
visitado a uno debido a complicaciones experimentadas por el uso de hormonas.
“De ahí surge la iniciativa de abrir la clínica trans. Esta clínica
no cubre todas las necesidades de la comunidad trans. Hacen una buena labor en
el servicio médico, pero no hay un servicio completo, no hay especialistas”
añadió Méndez.
Con ella coincidió Joseanelis García, hombre trans. “No me atiendo
en la clínica, pero tengo amigos que van ahí y es un despelote total. Tienen
preferencia con mujeres trans y a los hombres nos echan a un lado. Hay falta de
profesionalismo y de ética. El doctor no sabe nada, va a aprender”, puntualizó
García.
Líderes de la comunidad LGBTT como Pedro Julio Serrano piensan que
“la clínica trans es una iniciativa muy buena pero todavía se queda muy corta”.
En el 2014 la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, dijo:
“Hay pocos especialistas en Puerto Rico que puedan manejar clínicamente a esta
población”. Las expresiones fueron hechas en el marco del anuncio del
lanzamiento de la Clínica TransSalud. Sin embargo, las declaraciones distan de
la preparación de los profesionales de la salud que trabajan en la Clínica.
Este medio contactó al licenciado Iván Andujar, director de
Programas Especiales del Departamento de Salud del Municipio de San Juan, al
Dr. Liddy López, director del Departamento y a la alcaldesa de San Juan en
busca de datos presupuestarios de la clínica y explicaciones sobre porqué la
clínica no daba servicios especializados a la comunidad. Los tres declinaron
ofrecer declaraciones al respecto.
Según Avilés, además de la clínica
trans, solamente dos médicos en Puerto Rico ofrecen recetas para medicamentos y
hormonas relacionados al cambio de género. Sin embargo, ningún plan médico
cubre los costos del tratamiento. De hecho, se contactó a representantes de
ventas de Triple S y MCS Healthcare, solicitando alguna cubierta de plan médico
y farmacia, que cubra hormonas para personas transgéneros. El caso tenía que
ser consultado con supervisores de ambas compañías y nunca devolvieron alguna
comunicación con una respuesta afirmativa o negativa.
Una de las personas que sufre en carne
propia la falta de acceso a la salud es Alexia Ribera. “Trabajaba como
enfermera en el Hospital de Veteranos y comencé a asumir mi identidad y empezar
mi transición a mujer. Tenía como Plan Médico a Triple S de empleados
federales. Fui con una receta de hormonas a la farmacia Walgreens y no me
despacharon el medicamento porque eso era para mujeres y mi identificación
decía que yo era hombre”, señaló Ribera.
Según el Affordable Care Act del 2010,
está prohibido el discrimen por sexo o estereotipos de género en facilidades
que reciben ayuda financiera del gobierno federal. Del mismo modo, la ley
establece que desde el 2014 los planes médicos no pueden denegar cubiertas por
condición pre-existente, incluyendo la disforia de género. Sin embargo, no se
obliga a las compañías aseguradoras a cubrir hormonas y cirugías de
re-asignación de género, aunque hay estados que tienen legislación local para
permitir esos conceptos.
Una de las incongruencias en las leyes son
los servicios que ofrece Medicaid en Puerto Rico. “FirstMedical dice que soy
hombre por lo tanto no me cubren pruebas ni medicamentos, mi mamá me ayuda a
pagar las hormonas. Medicaid es igual. Denuncié eso ante las oficinas del
Medicaid en Río Piedras y me dijeron que tenían sus propias reglas. Medicaid en
Estados Unidos sí cubre y paga todo lo relacionado a hormonas y medicamentos.
Aquí hasta extraviaron mi récord médico”, relató Ribera.
El cuidado de salud de las personas trans
en Puerto Rico ha sido relegado del estado y las aseguradoras privadas a las
organizaciones sin fines de lucro. El año pasado, el Centro Comunitario LGBTT de
Hato Rey y el Municipio de San Juan, crearon un “task force” con distintas
organizaciones sin fines de lucro para poder proveer servicios médicos a
personas transgéneros y transexuales. Entre los servicios se incluye ayuda
psicosocial, psicoterapia, orientación contra el abuso de sustancias, recetas
para hormonas, entre otros. Del mismo modo hay organizaciones en otros lugares
de la isla, como CARIB en Mayagüez, que proveen servicios médicos y se
encuentran desarrollando proyectos para suplir directamente hormonas y
tratamiento para la población trans.
La falta de acceso a servicios de salud
básicos y que se ajusten a la necesidad de la población trans en Puerto Rico,
contribuyó a la muerte de Sophia Marrero dos meses luego de sus declaraciones.
En fin, dentro de los sectores más discriminados, la comunidad trans en Puerto
Rico se encuentra sin salud y en la enfermedad.
Nota del editor: Mañana continuaremos con la serie
investigativa hablando sobre la falta de acceso a distintos servicios por la
comunidad transgénero y transexual en Puerto Rico.
Invisibles
y sin derechos
Nota
del editor: Este es el segundo
reportaje de una serie investigativa sobre la falta de acceso de las
comunidades transgénero y transexual en Puerto Rico. En el escrito de hoy
abarcaremos la falta de derechos de la comunidad.
Todos
tenemos una identidad que define muchos ámbitos de nuestra vida. Esta puede
consistir de varios elementos, pero si hay uno que es importante es el género.
A base de género tenemos nombre, nos relacionamos, proyectamos nuestra imagen.
Pero, ¿qué pasa cuando la identidad de género no es reconocida por el Estado?
En
Puerto Rico no existen estadísticas sobre cuantas personas transgéneros o transexuales
viven en el país. “¿Cómo hablar de un
problema que no está visible? La única manera en que hacemos visible una
realidad es con datos estadísticos. Hay ausencia de datos estadísticos lo que
provoca la invisibilidad de la comunidad”, manifestó el licenciado Joel Ayala,
director del Observatorio LGBTT (Lesbianas, Gay, Bisexual, Transgénero,
Transexual) de la Comisión de Derechos Civiles.
Según el National Center for
Transgender Equality, en un estudio realizado en el 2015, se estimó que en
Estados Unidos entre el 0.05 y el 1 por ciento de la población es trans.
Llevando esa cifra al contexto de Puerto Rico, el número sería de 17 mil a 30
mil personas. Organizaciones como el Centro Comunitario LGBTT y la Comisión de
Derechos Civiles no secundan el número, sin embargo activistas de la comunidad
LGBTT como Pedro Julio Serrano piensan que la cifra puede ser mayor.
“Creo
que mucha gente es género no conforme, son una variación de trans. Hay gente
que no se identifica con un género, otros que lo hacen en la intimidad de su
hogar ante el discrimen social. Hay gente que está en el ‘borderline’. Me
atrevo a decir que el número es mayor”, añadió Serrano.
Inconsistencia de derechos
Alexia
Ribera es una mujer intersexual de 56 años que vive en carne propia el discrimen
y la falta de derechos. “La ley no me protege, no honran mis derechos”, dijo
Ribera. La disparidad en sus identificaciones y documentos legales provocó que
a pesar de haber trabajado como empleada del gobierno federal y aportado al
seguro social por años, no pueda reclamar beneficios como Medicare, Seguro
Social y pensión de retirada.
En
Puerto Rico cualquier persona puede cambiar su nombre en un certificado de
nacimiento, sin embargo no se permite cambiar el sexo en el mismo documento.
Para la década de los años 90, bajo el mandato del ex gobernador Pedro
Rosselló, Alexandra Andino, mujer trans,
solicitó cambiar el sexo en su certificado de nacimiento. Una mayoría del
Tribunal Supremo le concedió a Andino su petición y le reconoció el derecho. Sin
embargo, el caso no sentó precedente y el Supremo determinó que el tema se
trabajaría caso a caso.
Más
adelante en la década de los 2000, bajo la administración de la ex gobernadora
Sila María Calderón, Alexandra Delgado, otra mujer trans, hizo la misma
solicitud. La petición de Delgado fue concedida en un tribunal de Primera
Instancia, pero la administración Calderón objetó la determinación y llevó el
caso hasta el último foro.
La
decisión de este segundo caso, sí sentó precedente y permanece como estado de
derecho al día de hoy, lo que ocasiona que una persona trans no pueda tener una
identidad uniforme en sus documentos oficiales.
Una
de las entidades que se encarga de ayudar a la comunidad trans a tramitar el
cambio de nombre en las identificaciones oficiales es la Comisión de Derechos
Civiles a través del Observatorio LGBTT.
Para
poder efectuar el proceso de cambio de nombre en el certificado de nacimiento,
la Comisión refiere a la persona que desea realizar el cambio a un abogado de
la Sociedad de Asistencia Legal. El proceso demora alrededor de dos meses e
incluye una petición bajo juramento. Del mismo modo se requieren documentos
como certificación negativa de quiebras, ASUME y de antecedentes penales.
Cuando
una persona trans desea efectuar el proceso, en ocasiones el tribunal celebra
una vista donde la fiscalía trata de impugnar la solicitud. A Miguel de Jesús,
hombre trans, “el proceso se (le) hizo rápido”, luego de recurrir a la ayuda de
la Comisión de Derechos Civiles.
A
juicio del licenciado Joel Castro este trámite es uno de los más importante
para una persona trans. “(El certificado de nacimiento) es un documento vital para muchas personas
por muchos motivos, ya sea trabajo o estudio. Si no hay concordancia entre el
documento y lo que se ve en la persona se hace difícil poder llevar una vida
productiva”, dijo Castro.
Con Castro coincidió Serrano. “El cambio en
documentos oficiales quita el estigma y el prejuicio. No tienes que dar
explicaciones sobre porqué una letra en el certificado de nacimiento no va con
el nombre. Los documentos públicos y las identificaciones son tan básicos y
esenciales en la vida de un ser humano que es inconcebible que esos derechos no
se reconozcan”, argumentó Serrano.
Con adelantos, sin muchos resultados
Desde
el 2013, cuando comenzó la administración del gobernador Alejandro García
Padilla, se han tomado los únicos pasos de avanzada a favor de la comunidad
trans en Puerto Rico. En ese entonces se convirtió en ley el Proyecto del
Senado 238 de la autoría del senador por San Juan, Ramón Luis Nieves,
prohibiendo el discrimen por orientación sexual e identidad de género en el
empleo.
Más
adelante, en el 2015 el Gobernador firma una orden ejecutiva que faculta al
Secretario del Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP) a crear
un procedimiento para que la comunidad trans pueda cambiar su género en las
licencias de conducir.
Como parte
de los requisitos se solicita que la persona ya haya cambiado su nombre
legalmente y que traiga una certificación médica junto a los formularios que
provee el DTOP.
Este medio
visitó las oficinas del Centro de Servicios al Conductor (CESCO) en Río Piedras
y solicitó los documentos para poder efectuar el proceso. Los formularios no
fueron provistos por el oficial de la agencia, alegando que únicamente se
necesitaba un nuevo certificado de nacimiento.
Para
Serrano, el mayor logro de la comunidad LGBTT “es que en Puerto Rico no se ha
aprobado ninguna ley ni orden ejecutiva sin incluir la identidad de género”. En
el 2008 se presentó un proyecto en la Legislatura que proponía prohibir el
discrimen por orientación sexual, pero no incluía la identidad de género.
“Nuestra consigna fue ‘o todos, o ninguno’ y detuvimos la aprobación de ese
proyecto. No hay razón para excluir la identidad de género. La ley tiene que
incluirla”, añadió Serrano.
Invisibles hasta la muerte
En
el 2009, el joven de 19 años, Jorge Steven López Mercado fue asesinado en un
crimen de odio por homofobia. Su cuerpo
parcialmente calcinado, desmembrado y decapitado fue encontrado en el barrio
Guavate en Cayey.
Según admisiones del convicto asesino, Juan José
“Casper” Martínez”, le ofreció “sexo por perico” al occiso. Luego de una
situación a la que no se hace referencia en la cobertura mediática del caso,
sucede el asesinato.
Aunque
a López Mercado no se le conoció como persona trans, al momento de su muerte
estaba vestido de mujer, según Serrano. “Imagínate
cuanto se discrimina que el hecho de que estaba vestido de mujer y haciendo
trabajo sexual casi no se tocó en la narrativa de la historia y de la
desgracia. Él (López Mercado) estaba haciendo trabajo sexual vestido de mujer,
es una persona del entorno trans”, subrayó el activista.
Persiste la lucha
En el 2015, la doctora Eunice Avilés
completó una investigación sobre necesidades, obstáculos y plan de acción para
satisfacer las necesidades de la comunidad transgénero en Puerto Rico. A raíz
del estudio, la investigadora identificó que la lucha por los derechos trans
debe darse por separado a la comunidad gay. “Son luchas completamente
distintas. La orientación sexual es hacia quién estás atraído sexualmente. La
identidad de género determina lo que tú eres”, añadió Avilés.
Por su parte, el licenciado Ayala
reconoció que la comunidad trans necesita amor y humanidad. “La sociedad
necesita humanizarse y entender que ese otro distinto a mí no me amenaza”, dijo
el director del Observatorio LGBTT.
En fin, activistas de la comunidad
LGBTT como Serrano concuerdan en que aún falta mucho por adelantar. “Tenemos
que tener todos los derechos de la gente heterosexual. Hasta que no se logre
erradicar la homofobia y la transfobia, la lucha sigue”, puntualizó Serrano.
Nota del editor: Este fue el segundo reportaje de una
serie investigativa sobre la falta de accesos a servicios básicos de la
comunidad Trans en Puerto Rico. Mañana culmina la serie con una mirada a las
oportunidades laborales a las que tiene acceso esta comunidad”.
Haciendo
lo extraordinario por una vida ordinaria
Nota
del editor: Este es el último
reportaje de una serie investigativa sobre la falta de accesos a servicios
básicos de la comunidad transgénero y transexual en Puerto Rico. En el escrito
de hoy se discutirá la falta de acceso al mercado laboral de la comunidad
trans.
¿Qué haría para sobrevivir si no tiene
acceso a servicios básicos de salud, no se le reconoce el derecho a tener el
sexo y/o género con el que se identifica en sus documentos oficiales y mucho
menos puede conseguir un empleo? Como consecuencia de un sistema que no provee
los mecanismos necesarios para que la comunidad trans sea visible y reconocida,
sus integrantes sufren todo tipo de necesidades.
Carina Torres Rosado es una mujer transexual
de 37 años que ha hecho de todo para cubrir las necesidades básicas que tiene un
ser humano. Fue mesera en un restaurante, tiene preparación en cosméticos y
hace un año solicitó trabajo en la tienda JCPenney, lugar donde vivió el
rechazo por ser parte de la comunidad trans.
En marzo del 2015, Torres entregó su resumé
en la tienda que ubica en el centro comercial Plaza Las Américas, solicitó
trabajar en el área de cosméticos con la línea Maybelline New York. Luego de tres entrevistas fue llamada por el
reclutador para llenar el contrato.
“Ese día cuando llegué había dos mesas, una
a la izquierda que era para las personas que habían tenido fallas en la
entrevista, otra a la derecha donde nos iban a entregar los documentos a los
que ya habíamos pasado la entrevista. Me dieron los papeles y me pidieron mi
identificación.
Se dieron cuenta que tenía la “M”
(masculino) en mi licencia de conducir y me dijeron que no la podían aceptar
porque estaba vencida” relató Torres.
A las dos semanas del incidente, Torres
recibió la documentación para escoger el plan médico que proveía la compañía,
aún no había firmado el contrato. Inmediatamente hace el trámite de renovar su
licencia de conducir, y regresa a la tienda a culminar el proceso según
acordado.
“Todo el mundo ya sabía quién era yo en
JCPenney, hablé con mucha gente y me metieron 20 mil excusas” añadió Torres. En
medio de la depresión que sufría en ese momento, desistió de continuar
indagando a la compañía y tampoco radicó alguna querella en el Departamento del
Trabajo. Al poco tiempo consiguió una oportunidad de empleo en una tienda de un
exclusivo centro comercial donde actualmente labora.
Irónicamente JCPenney junto a otras
compañías como AT&T, American Airlines y Pfizer forman parte del “Corporate Equality Index 2016”. Este
listado hecho por la Human Rights Campaign Foundation identifica a las 100
compañías en los Estados Unidos que mejores políticas laborales tienen para que
personas de la comunidad Lésbica, Gay, Bisexual, Transexual y Transgénero
(LGBTT) puedan trabajar.
En Puerto Rico, empresas locales como
Popular, Inc. también tienen políticas completas para trabajar los procesos
relacionados a la transición de género de un empleado.
“En noviembre del 2015 Popular, Inc.
incorpora al manual de empleados la política relacionada al proceso de
transición de género. La postura de Popular es que favorecemos la diversidad y
queremos incluirla. Deseamos que la comunidad transgénero exista como existe
cualquier grupo minoritario en nuestra organización”, expresó Litzienelly
Miranda, asesora laboral en la principal compañía de productos financieros del
país.
Políticas como las de Popular, surgen como
resultado de la aprobación de la Ley 22 del 2013 que prohíbe el discrimen por
orientación sexual e identidad de género en el trabajo. Asimismo, el Occupational
Safety and Health Administration (OSHA) establece unas guías para que las
compañías realicen acomodos en el entorno laboral a beneficio de personas
transgénero.
El Departamento del Trabajo y Recursos
Humanos (DTRH) a través de la Unidad Anti-discrimen se dedica a trabajar casos
sobre discrimen en el empleo en Puerto Rico. Sin embargo, dentro de sus
clasificaciones el discrimen por orientación sexual e identidad de género se
catalogan simplemente como “género”, sin especificar el concepto o la razón de
la querella. Aún con esa clasificación, de dos casos reportados por discrimen
de género en el 2013, la cifra aumentó a 19 casos en el 2014 y 35 casos en el
2015.
A nivel de gobierno, la Comisión de Derechos
Civiles tiene una plaza en asesoría reservada para un integrante de la
comunidad trans. Ante la situación fiscal del país dicho puesto no ha sido
ocupado. Del mismo modo la Clínica TransSalud emplea a una persona transgénero
como enfermero.
El discrimen por identidad de género es un
asunto que se repite dentro de la comunidad trans con casos como el de Miguel
de Jesús. Hace varios meses, de Jesús solicitó trabajo a la compañía Aerostar,
que administra el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín. Aún con el cambio
de nombre efectuado en el certificado de nacimiento y el género en las
licencias de conducir, las cartas de recomendación requeridas para el puesto,
estaban a nombre de una mujer.
De Jesús cumplía con los requisitos para el
puesto que solicitaba, pero nunca fue llamado para entrevista. Como
consecuencia de llevar meses buscando trabajo sin éxito alguno, se apresta a
emigrar del país hacia los Estados Unidos este verano.
Aunque en Puerto Rico no existen
estadísticas claras sobre la comunidad transgénero, un estudio publicado el
pasado año demostró que de 96 mujeres transexuales participantes, un 59 por
ciento estaban desempleadas, mientras el 81 por ciento se dedica al trabajo
sexual como método para poder suplir sus necesidades básicas.
De las que hacen trabajo sexual un 58 por
ciento ha sido víctima de violencia por parte de un cliente y un 42 por ciento
por parte de un policía. Más de la mitad de las participantes habían sido
arrestadas por la Policía y un 19 por ciento alguna vez estuvo en la cárcel.
“Lamentablemente el trabajo sexual es para
muchos la única alternativa. En un trabajo normal se les pide que vayan del
sexo biológico, que usen su nombre de pila. Se les quiere dar trabajo poniendo
en jaque su dignidad, es inaceptable”, afirmó Pedro Julio Serrano, activista de
derechos de la comunidad LGBTT.
Asimismo el portavoz de
Puerto Rico para Tod@s añadió que el trabajo sexual “les da un dinero que no
tienen que rendir en contribuciones, es poco y las pone en una situación de
violencia, vulnerabilidad y criminalización”.
Ante un sistema que
estigmatiza a la comunidad trans, el trabajo sexual viene siendo un último
recurso, una llamada de auxilio, un “no puedo más”.
Sin embargo también hay historias de éxito
dentro de esta comunidad. Soraya Santiago, es uno de los ejemplos de que
batallando contra los estigmas se puede progresar. Santiago logró que un
tribunal le reconociera el derecho a cambiar el sexo en el certificado de
nacimiento y trabajó gran parte de su vida en su propio salón de belleza.
“Las historias de la gente trans son más
comunes de lo que pensamos. Tienen que hacer de tripas, corazones. La gente
trans hace lo extraordinario por tener una vida ordinaria”, finalizó Serano.
Woooooooow ! Muchas gracias muy buen articulo pertenezco a esta comunidad la discriminacion es mundial yo la estoy viviendo ahora mismo en donde vivo no tengo derechos ni a dormir mis horas ...en fin si tan solo las autoridades me escucharan seria algo grande ...Dios cuide de ti .
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