15 de mayo de 2013

Por el gustito yo lo sé... no da abasto el café


Indhira Concepción Betances
Estudiante de Periodismo de la USC


EDITORIAL
Que no desaparezca el café

         Resulta increíble que una de las industrias más representativas del País, y que contribuye a popularizar la imagen de Puerto Rico en el exterior, esté agonizando ante los ojos de todos sin que nadie tome las medidas necesarias para impedirlo.
         La falta de mano de obra para la recogida es uno de los mayores obstáculos que enfrenta hoy la industria cafetalera. La merma está documentada por el resultado de las últimas cosechas, que refleja un patrón preocupante: en el 2006 al 2007 se produjeron 178,000 quintales, en el 2010 al 2011 apenas se alcanzaron los 80,000. Peor aún, el año pasado hubo que importar alrededor de 200,000 quintales para que los puertorriqueños no carecieran de su tradicional bebida mañanera.

Con el magnífico café que se produce en Puerto Rico, tenemos que  cuestionarnos: ¿debemos conformarnos con descartar ese cultivo o simplemente reducirlo a su mínima expresión? Cualquiera de estas propuestas daría paso a la importación masiva, siendo esto el “colmo de los colmos”, que todo el café que consumamos tenga que venir de fuera.
El Informe Empresa de Café 2011-2012 de la Estación Experimental Agrícola formuló una serie de recomendaciones dirigidas al Departamento de Agricultura, entre estas: la creación de un programa con múltiples agencias para incentivar el recogido de café, mejorando los salarios y las condiciones de trabajo.
Si lo que se ha hecho hasta ahora no funciona, entonces debemos ponerle imaginación y esfuerzo al problema. La crisis del café no puede basarse en una desatinada confrontación de unos culpando a otros. Tanto los caficultores como Agricultura deben unir esfuerzos, para así trabajar en conjunto. Lo primero, sin duda, es que la cosecha tenga quien la recoja. En un País donde existe un alto índice de desempleo, tiene que existir una forma de atraer a esas personas al trabajo digno, que a su vez contribuirían a salvar esta importante industria.
Uno de los grandes disuasivos probablemente es la paga, entonces, dentro de los límites razonables, hay que buscar la manera de recompensar mejor a los recolectores de café. Es mucho lo que se puede hacer si se evitan, en principio, las actitudes desanimadas y con menosprecio que se observan hoy día cuando se trabaja en los cafetales. Los caficultores, por su parte, deben insistir en sus propuestas y dar el todo por el todo para salir adelante porque la lucha inútil sólo empeora la enfermedad de una industria que sufre el duro ataque del desinterés de un pueblo.


No dan abastos manos agrícolas para la recolección de café

Hoy inicia la serie investigativa acerca del deterioro en la siembra de café en la Isla. En el primer reportaje, presentaremos cómo la falta de manos que recojan café y el poco interés por parte del Departamento de Agricultura afecta al cafetal.

La mayoría de los puertorriqueños deleitan su paladar con el café, una bebida estimulante, durante sus mañanas, tardes y noches. Sin embargo, cada año en Puerto Rico la industria cafetalera disminuye debido a la poca mano de obra en las fincas dedicadas a cultivar este producto.
El caficultor y dueño de la finca Monte Alto, Rafael Rivera indicó que la escasez de trabajadores que recojan café se debe al esfuerzo físico que conlleva versus su escasa paga.
“Creo que al café le pasará como a la caña, va a terminar desapareciendo por falta de personas que deseen recogerlo. El café se está terminando porque no hay personas que crean que este trabajo es decente”, expresó Rivera con una sonrisa a medias.
De esta manera, el caficultor de 56 años de edad ha tenido que levantarse antes del amanecer y estar por horas bajo el sol, en terrenos abruptos y cargar con las canastas donde se recoge el grano porque no cuenta con suficientes empleados en su finca.
Este año la pérdida de café es de 30 por ciento, que equivale a 40 mil quintales y una pérdida económica de $11.5 millones, según cifras del censo agrícola del Departamento de Agricultura (DA). 
Si se relacionan estas cifras con las del desempleo, que ha impactado a miles de puertorriqueños durante la actual crisis económica, se podría deducir que el recogido de café ocuparía satisfactoriamente a muchos de los desempleados. Pero no es así. La solicitud de ayudas económicas va en aumento por falta de empleos.
Solo entre enero de 2009 y junio de 2011, el Programa de Asistencia Nutricional (PAN) tuvo un aumento de beneficiarios de un aproximado de 116,000 familias –de 553,172 a 648,870-, de acuerdo con el Departamento de la Familia.
Rivera atribuyó la carencia de mano de obra a la “sociedad de mantengo, porque al puertorriqueño se le ha enseñado que no hay que trabajar para vivir”.  Aseguró que la mayoría de las personas que reciben ayudas del gobierno tienen más ingresos que el obrero de la finca. Lo cierto es que a los trabajadores agrícolas no se les quitan las ayudas para el sustento, por lo que trabajar en la agricultura sería un ingreso adicional.    
Pese a la pérdida de café, el gobierno ha tratado de implementar varios proyectos que fomentan su recogido. Este año se creó “Manos pal' campo”, un proyecto que se convirtió en ley como un plan para revitalizar la industria del café y para lograr, entre otras cosas, la movilización de los obreros a las zonas de cosecha y evitar que los beneficiarios de ayudas gubernamentales como el PAN y Mi Salud, pierdan sus ingresos.
El secretario del DA, Neftalí Soto Santiago solicitó mediante una carta escrita a los subscriptores de los programas de ayudas que se unan a trabajar para recoger café ya que faltan alrededor de 9 mil recolectores para rescatar la industria cafetalera.
Así mismo, se creó el proyecto Agrícola de la Montaña que busca vender la marca de café “La Pica” producto de manos de confinados situados en el campamento penal La Pica, en Jayuya. Al momento sólo han participado 49 confinados. No obstante, ninguno de los proyectos ha tenido la respuesta necesaria, ni cumplieron con la expectativa que el gobierno esperaba con su implementación.
Por otro lado, una de las alternativas que ofreció el alcalde de Maricao, Gilberto Pérez Valentín para incrementar la mano de obra es importar trabajadores de República Dominicana y de Haití para que recojan café en la isla.      
De esta manera, el antiguo campamento Santana, en Maricao, se convirtió el pasado mes de marzo en un albergue para trabajadores migrantes de café, en su mayoría ocupado por braceros dominicanos y haitianos, pero igual que los dos proyectos anteriores, quedó en nada. 
Para el agrónomo Ramón Vera Santos, un problema externo que recae sobre los recolectores de café es que la actividad los aleja de los beneficios marginales, es decir, plan médico, plan de retiro, licencia de vacaciones y por enfermedad, entre otros.
Por su parte, Rivera no paga beneficios marginales a sus trabajadores agrícolas, porque no cuenta con una finca grande, que le genere suficiente dinero. “Entiendo pertinente que el Departamento del Trabajo regule el salario mínimo de los agricultores y recolectores de café para así promover una cultura de justicia salarial”, opinó.      
Tanto el DA como el gobierno han hecho caso omiso a la Ley de incentivos contributivos agrícolas (Ley 225), que propone equilibrar de forma justa, práctica y razonable el programa de desarrollo agrícola con los demás sectores económicos, tales como el turismo, con el propósito de otorgar la más alta prioridad a la agricultura en toda gestión del gobierno de Puerto Rico. Porque cuando se ponen en una balanza otras áreas y la agricultura, la balanza se inclina sobre esta última.
Por otra parte, un informe sobre la industria de café en el 2011- 2012 realizado por la Estación Experimental Agrícola reveló que para motivar la mano de obra local se debe mejorar el salario, las condiciones de trabajo, ofrecerle hospedaje, cuido de niños, ancianos y facilidades de transportación. Así como mejorar el pago de bonos de productividad por trabajo realizado y que se mantengan las ayudas económicas del gobierno.  
El agrónomo y especialista del Servicio de Extensión Agrícola UPRM, Miguel Monroig Inglés señala que la educación es esencial en el proceso de recuperación de la industria del café, para así elaborar un producto de calidad.
Monroing Inglés opinó que a pesar que la industria cafetalera tiene escasez de personas que trabajen en su recogido, no desaparecerá, sino que habrá muchas probabilidades de que se convierta en una industria pequeña, que dejará sin empleos a personas, en su mayoría, del centro de la Isla. Enfatizó que se debe tomar acción lo más pronto posible porque es una industria que genera más de 25 mil empleos directos e indirectos.  
“Esto es uno de los momentos más difíciles en la siembre de café, pero tengo la esperanza que la industria del café vuelva a ser como en sus comienzos, porque hay muchas familias que dependen de ella”, dijo Rivera en tono melancólico.
Como dice la canción de Juan Luis Guerra “Ojalá que llueva café en el campo”, pero en este caso debería ser ojalá que lluevan manos que ayuden a recoger el café que se pierde.

En el reportaje de mañana, presentaremos el por qué se redujo el presupuesto del Departamento de Agricultura y las posibles causas de cómo afectan los altos costos de producción al café.


Disminución de presupuestos y altos costos de producción amenazan los cafetales

Ésta es la segunda parte de una serie investigativa sobre el deterioro en la siembra de café en la Isla. Hoy se discute cómo la disminución de presupuestos y los altos costos del café amenazan los cafetales.

A pesar de que el café puertorriqueño posee un  exquisito sabor que llevó a maravillar a reyes y a honrar al Vaticano, hoy día enfrenta la peor amenaza en la historia agrícola puertorriqueña que vaticina extinguir su producción y cultivo.
El oro negro de Puerto Rico es la principal actividad económica en 21 municipios, principalmente en los municipios del centro de la Isla, como Jayuya, Lares, Maricao, entre otros.  Sin embargo, los altos costo de producción y la falta de maquinarias han sido algunos de los factores que han provocado la caída del sector cafetalero.          
El descuido  y la poca importancia que por años ha demostrado el gobierno con la agricultura y con los agricultores, lo confirman los recortes presupuestarios –este año fiscal tuvo un recorte de $1 millón- y el crédito agrícola limitado, pues es un sector que genera ingresos y empleos, así como ayuda a mejorar la economía del país.
El caficultor y dueño de Hacienda San Pedro, en Jayuya, Roberto Atienza asegura que los altos costos de producción de café afectan drásticamente la industria “y peor aún, cuando no contamos con el respaldo del gobierno, ni su política pública”.
La Hacienda cuenta con una finca de 360 cuerdas, y de éstas, 129 cuerdas son dedicadas a cosechar café. Atienza dijo que tiene que reponer anualmente un 10 por ciento de los árboles con siembra nueva, producto del mal tiempo, excesivas lluvias y falta de herramientas necesarias para el mantenimiento de las cuerdas, entre otras causas.
Atienza denunció que en el pasado el Departamento de Agricultura (DA) otorgaba incentivos económicos a los caficultores y cierta cantidad de abono para mantener saludables las siembras, pero eso se redujo con el paso del tiempo. 
“Lo que sucede es que la manera cómo el gobierno otorgaba las ayudas no fue la más acertada, porque algunos caficultores no sabían cómo administrarlas y por unos pocos, nos perjudicamos todos”, mencionó el agricultor de 62 años, quien se crio en la Hacienda y la heredó cuando falleció su padre.
El caficultor jayuyano indicó que para que el café pueda flotar, se pueda despulpar, lavar y secar  es necesario adquirir máquinas especiales que consumen grandes cantidades de combustible y de energía eléctrica, cuyos costos se han elevado.  Actualmente, Atienza ha invertido más de $30 mil en comprar nuevas maquinarias porque el DA los regula y hacen visitas esporádicas para verificar que todo esté en orden, sino los multan. “Muchas fincas por aquí han cerrado por las multas”, añadió.
Por su parte, el especialista en agricultura ecológica y sustentabilidad rural, Nelson Álvarez especificó que para lograr que la industria cafetalera prospere, es necesario que el gobierno desarrolle sistemas y mecanismos que faciliten el mercadeo del producto y la protección contra los riesgos de mercadeo y cambios de precios.  
Álvarez instó al gobierno a que comience a ofrecer el financiamiento necesario en momentos adecuados, pues es esencial para un desarrollo más eficiente de la industria del café.          
Los caficultores se preguntan el porqué de las reducciones en las ayudas económicas, por lo que  la secretaria administrativa del Servicio de Extensión Agrícola en Jayuya, Hilda Huertas respondió que en un principio se le otorgaban incentivos al caficultor para lidiar con los costos de producción, pero paulatinamente se fueron eliminando.      
Huertas añadió que los incentivos se eliminaron porque además de que la situación financiera del país no permite respaldar económicamente a la industria, el DA asegura que los caficultores no hacían buen uso de las ayudas provistas.
Por otro lado, el informe sobre la industria de café realizado por la Estación Experimental Agrícola menciona que el precio del café se mantuvo estático por 14 años, mientras que los costos de producción incrementaron rápidamente. Desde el año 2005 el precio del café no ha sido revisado y para ese entonces el Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO) fijó el precio de $3.64 la libra a  $ 4.45 la libra de harina de café.
“No existe en Puerto Rico industria alguna que por tanto tiempo haya operado sin aumentar sus precios y reajustar los márgenes de ganancia ante los continuos aumentos de los costos de producción. Peor aún, ésta es la única empresa agrícola que depende del gobierno para aumentar su precio a través de un Secretario que tiene como responsabilidad primaria defender al consumidor”, dijo Miguel Monroig, especialista del Servicio de Extensión Agrícola de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.
   La inconformidad por parte de los trabajadores agrícolas, la disminución de ayudas económicas a los recolectores y la falta de revisión del precio de café ponen en riesgo la persistencia de la industria cafetalera.   
A esto se suma el proyecto La llave para tu agroempresa, iniciativa creada por el DA conforme a la Orden Ejecutiva 2005-12 (10 de marzo de 2005) cuyo objetivo es brindar alternativas de financiamiento que se ajusten a las necesidades de los agricultores que deseen implementar tecnologías agrícolas modernas. El proyecto ofrece la oportunidad a los caficultores de tomar préstamos al Banco de Desarrollo Económico (BDE)  de hasta $100,000 con el fin de establecer nuevos proyectos.   
Sin embargo, esta ayuda sólo sirve para disfrazar la verdadera situación del agricultor porque los préstamos agrícolas tienen altos porcentajes de interés (tasa de interés del mercado más .50 por ciento) que no son fijos, lo que incrementa la deuda del solicitante.    
“Este proyecto ha sido una equivocación por parte del gobierno. Estamos hablando de un 12 por ciento que podría llegar a aumentar hasta un 20 por ciento de interés. Nos endeudaríamos todos si nos acogemos a él”, comentó Rafael Rivera, caficultor y dueño de la finca Monte Alto en Jayuya.
Ante tales hallazgos, aumenta la preocupación por el desprecio y rechazo a la agricultura en Puerto Rico, contrario a lo que se hace en otros países. Si el café desaparece como actividad agrícola ocasionaría una crisis social en la montaña y la economía de los 21 municipios que componen la zona cafetalera también se vendría abajo.  

La serie investigativa sobre la caída de la industria cafetalera en Puerto Rico concluye mañana exponiendo por qué la calidad del café puertorriqueño no está siendo verificada.


En peligro la calidad del café puertorriqueño

Ésta es la última parte de la serie investigativa sobre la caída de la industria cafetalera en Puerto Rico. Hoy se exponen las razones y las consecuencias de por qué no están reglamentando su calidad.  

El grano que se siembra en Puerto Rico tiene el potencial para competir con los mejores del mundo, como el que se produce en Hawai y Jamaica. Sin embargo, este distintivo del fruto puertorriqueño se ha visto afectado ante la ausencia de mecanismos que fiscalicen la calidad del café que se mercadea.           
“La calidad del café de Puerto Rico ha bajado. Hay necesidad de una constante supervisión y el desarrollo de un manejo adecuado de los granos en la industria del café”, sostuvo José Fabre, catador especializado de café.
Esto significa que el consumidor podría creer que está comprando un café de primera calidad cuando posiblemente sea de segunda, o en el peor de lo casos, tal vez esté pagando a un alto precio un café “gourmet”, y que realmente no lo sea.          
Pero mientras prevalece la caída de la industria cafetalera, el gobierno ha hecho caso omiso al reglamento que estipula las pautas para clasificar todo tipo de café que se mercadea en Puerto Rico y el café de exportación (Reglamento 7145 del 1 de mayo de 2006).       
El secretario del Departamento de Agricultura (DA), Neftalí Soto, aceptó que el reglamento no se ha implantado por falta de recursos financieros y personal capacitado que puedan fiscalizar el café que se procesa en las torrefacciones del País.     
“Mi deseo es que el consumidor tenga la certeza de que el café que está comprando es de calidad, pero el DA tiene una carencia de empleados”, confesó el titular de la agencia.
De igual manera, los beneficiadores, quienes procesan el café para luego llevarlo a la torrefacción, gozan de libertad al procesar el fruto, pues el DA no tiene suficientes fiscalizadores.
La directora de la Oficina de Fiscalización del Mercado de Café (OFIM), Evelyn Santiago aseguró que la oficina no cuenta con el capital necesario para desarrollar el proceso de fiscalización.
Por otro lado, Fabre dijo que la razón principal para que la calidad del café haya bajado se debe al uso de una máquina para secado del grano mediante fuego directo.
"Uno de los grandes factores que ha incidido en la merma de calidad, en términos generales —porque todavía hay agricultores que procesan buen café— es el uso de una máquina que se llama la batea del café, que es una secadora de fuego directo, que ha afectado la calidad del grano", comentó el catador.
La batea, según Fabre, se usa para acelerar el secado del grano para economizar tiempo, pero al no tomarse unas medidas reguladoras con el uso de este tipo de secadora, el café se "sobrecalienta, sobre seca, lo que afecta directamente la calidad del grano".
Según el informe económico de la Oficina de Estadísticas Agrícolas del DA, durante la pasada cosecha el sector cafetalero produjo unos 120,000 quintales de café, lo que implica que la producción se redujo en un 68 por ciento si se compara con la producción en 1962. En lo que va de año se han registrado 120,500 quintales de cosecha, un de las más bajas en comparación con años anteriores.
El consumo local de café es de 300,000 quintales por año aproximadamente, por esto es necesario importar café extranjero. En el 2008 se importó el 48 por ciento del café que se consumió en Puerto Rico. Actualmente se importan alrededor de 100,000 quintales de café, a pesar de que el 30 por ciento de la cosecha se pierde.
Para el caficultor y dueño de Hacienda San Pedro en Jayuya, Rafael Atienza, su finca ha tenido una pérdida de 50 por ciento de café por la falta de mano de obra. Este año espera recoger más café que el año pasado, cuando recolectó unos 3,500 quintales.
“El café comercial está destinado a desaparecer. Nosotros sobrevivimos vendiendo el café especializado gourmet que vendemos aquí”, mencionó Atienza.
Según el caficultor jayuyano, el DA es muy exigente cuando compra café, pero se le hace difícil cumplir por los altos costos de producción.  Lo cierto es que si el gobierno no compra café extranjero para luego venderlo a las torrefacciones no podría ayudar a los caficultores.         
El agrónomo y ayudante especial del DA, Ramón Vera dijo que si no se compra café internacional es más difícil ofrecer ayuda a los caficultores.         
Para Vera, el café importado es de una calidad excelente porque la compra se hace por previa subasta y por un ente regulador internacional. Además se realizan pruebas de catar y de precios.  
Por otro lado, los terrenos dedicados al cultivo del café se han reducido. En 1960, según indica el DA, se sembraba café en unas 160,000 cuerdas de terreno. Hoy existen aproximadamente 38,000 cuerdas destinadas al cultivo de café, cifra que implica una reducción de 76 por ciento. 
Algunos agricultores han optado por arrendar sus tierras a compañías extranjeras  que producen semillas modificadas genéticamente, con el fin de suplir a la agricultura de otros países. Esto representa un incumplimiento con los cánones del contrato de arrendamiento, el subarrendar las tierras públicas de la Autoridad de Tierras.
Sin embargo, por lo difícil que es dedicarse a la agricultura en Puerto Rico, donde el Gobierno no da prioridad a esta industria y donde los consumidores favorecen, en gran medida, los productos extranjeros, los agricultores ha optado por alquilar las tierras a unos $650 por cuerda privada anualmente.
Por otro lado, el agrónomo de la región agrícola de Mayagüez, Julio Colón manifestó que además de la disminución de terrenos agrícola, el no practicar la agricultura sustentable amenaza la calidad del suelo.   
Colón explicó que la agricultura sustentable es una producción agrícola que utiliza un mínimo de productos químicos. Es una agricultura económicamente viable, socialmente justa y ambientalmente sana.       

Un estudio sobre proyectos de agricultura sustentable en los países del Sur encontró que la producción promedio de alimentos por hogar aumentó en 73 por ciento para 4.42 millones de agricultores en 3.58 millones de hectáreas, brindando seguridad alimentaria y beneficios de salud a comunidades locales.
Consecuentemente, si la situación del café de Puerto Rico continúa su camino de decadencia, llegará el momento que se destruya el muro de contención que representa la agricultura en los municipios de la montaña. Peor aún, posiblemente desaparecería de la mesa del consumidor uno de los productos locales más importantes que tanto satisface el paladar del puertorriqueño, al ser desplazado por un café de menor calidad.

Diciembre 2012

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