Indhira Concepción Betances
Estudiante de Periodismo de la USC
EDITORIAL
Que no desaparezca el café
Resulta increíble que
una de las industrias más representativas del País, y que contribuye a
popularizar la imagen de Puerto Rico en el exterior, esté agonizando ante los
ojos de todos sin que nadie tome las medidas necesarias para impedirlo.
La falta de mano de obra
para la recogida es uno de los mayores obstáculos que enfrenta hoy la industria
cafetalera. La merma está documentada por el resultado de las últimas cosechas,
que refleja un patrón preocupante: en el 2006 al 2007 se produjeron 178,000
quintales, en el 2010 al 2011 apenas se alcanzaron los 80,000. Peor aún, el año
pasado hubo que importar alrededor de 200,000 quintales para que los
puertorriqueños no carecieran de su tradicional bebida mañanera.
Con el magnífico café que se produce en Puerto
Rico, tenemos que cuestionarnos:
¿debemos conformarnos con descartar ese cultivo o simplemente reducirlo a su
mínima expresión? Cualquiera de estas propuestas daría paso a la importación
masiva, siendo esto el “colmo de los colmos”, que todo el café que consumamos
tenga que venir de fuera.
El Informe Empresa de Café 2011-2012 de la Estación
Experimental Agrícola formuló una serie de recomendaciones dirigidas al
Departamento de Agricultura, entre estas: la creación de un programa con
múltiples agencias para incentivar el recogido de café, mejorando los salarios
y las condiciones de trabajo.
Si lo que se ha hecho hasta ahora no funciona,
entonces debemos ponerle imaginación y esfuerzo al problema. La crisis del café
no puede basarse en una desatinada confrontación de unos culpando a otros.
Tanto los caficultores como Agricultura deben unir esfuerzos, para así trabajar
en conjunto. Lo primero, sin duda, es que la cosecha tenga quien la recoja. En
un País donde existe un alto índice de desempleo, tiene que existir una forma
de atraer a esas personas al trabajo digno, que a su vez contribuirían a salvar
esta importante industria.
Uno de los grandes disuasivos probablemente es
la paga, entonces, dentro de los límites razonables, hay que buscar la manera
de recompensar mejor a los recolectores de café. Es mucho lo que se puede hacer
si se evitan, en principio, las actitudes desanimadas y con menosprecio que se
observan hoy día cuando se trabaja en los cafetales. Los caficultores, por su
parte, deben insistir en sus propuestas y dar el todo por el todo para salir
adelante porque la lucha inútil sólo empeora la enfermedad de una industria que
sufre el duro ataque del desinterés de un pueblo.
No dan abastos manos agrícolas para la recolección de café
Hoy inicia la
serie investigativa acerca del deterioro en la siembra de café en la Isla. En
el primer reportaje, presentaremos cómo la falta de manos que recojan café y el
poco interés por parte del Departamento de Agricultura afecta al cafetal.
La mayoría de
los puertorriqueños deleitan su paladar con el café, una bebida estimulante, durante
sus mañanas, tardes y noches. Sin embargo, cada año en Puerto Rico la industria
cafetalera disminuye debido a la poca mano de obra en las fincas dedicadas a
cultivar este producto.
El caficultor y
dueño de la finca Monte Alto, Rafael Rivera indicó que la escasez de trabajadores que recojan café se
debe al esfuerzo físico que conlleva versus su escasa paga.
“Creo que al
café le pasará como a la caña, va a terminar desapareciendo por falta de
personas que deseen recogerlo. El café se está terminando porque no hay
personas que crean que este trabajo es decente”, expresó Rivera con una sonrisa
a medias.
De esta manera, el caficultor de 56
años de edad ha tenido que levantarse antes del amanecer y estar por horas bajo el sol, en terrenos
abruptos y cargar con las canastas donde se recoge el grano porque no cuenta
con suficientes empleados en su finca.
Este año la
pérdida de café es de 30 por ciento, que equivale a 40 mil quintales y una
pérdida económica de $11.5 millones, según cifras del censo agrícola del
Departamento de Agricultura (DA).
Si se
relacionan estas cifras con las del desempleo, que ha impactado a miles de
puertorriqueños durante la actual crisis económica, se podría deducir que el
recogido de café ocuparía satisfactoriamente a muchos de los desempleados. Pero
no es así. La solicitud de
ayudas económicas va en aumento por falta de empleos.
Solo entre enero de 2009 y junio de
2011, el Programa de Asistencia Nutricional (PAN) tuvo un aumento de beneficiarios
de un aproximado de 116,000 familias –de 553,172 a 648,870-, de acuerdo con el
Departamento de la Familia.
Rivera atribuyó
la carencia de mano de obra a la “sociedad de mantengo, porque al
puertorriqueño se le ha enseñado que no hay que trabajar para vivir”.
Aseguró que la mayoría de las personas que reciben ayudas del gobierno tienen más
ingresos que el obrero de la finca. Lo cierto es que a los trabajadores
agrícolas no se les quitan las ayudas para el sustento, por lo que trabajar en
la agricultura sería un ingreso adicional.
Pese a la pérdida
de café, el gobierno ha tratado de implementar varios proyectos que fomentan su
recogido. Este año se creó “Manos pal' campo”, un proyecto que se convirtió en
ley como un plan para revitalizar la industria del café y para lograr, entre
otras cosas, la movilización de los obreros a las zonas de cosecha y evitar que
los beneficiarios de ayudas gubernamentales como el PAN y Mi Salud, pierdan sus
ingresos.
El secretario
del DA, Neftalí Soto Santiago solicitó mediante una carta escrita a los subscriptores
de los programas de ayudas que se unan a trabajar para recoger café ya que
faltan alrededor de 9 mil recolectores para rescatar la industria cafetalera.
Así mismo, se
creó el proyecto Agrícola de la Montaña
que busca vender la marca de café “La Pica” producto de manos de confinados
situados en el campamento penal La Pica,
en Jayuya. Al momento sólo han participado 49 confinados. No obstante, ninguno
de los proyectos ha tenido la respuesta necesaria, ni cumplieron con la
expectativa que el gobierno esperaba con su implementación.
Por otro lado,
una de las alternativas que ofreció el alcalde de Maricao, Gilberto Pérez
Valentín para incrementar la mano de obra es importar trabajadores de República
Dominicana y de Haití para que recojan café en la
isla.
De esta manera,
el antiguo campamento Santana, en Maricao, se convirtió el pasado mes de marzo
en un albergue para trabajadores migrantes de café, en su mayoría ocupado por
braceros dominicanos y haitianos, pero igual que los dos proyectos anteriores,
quedó en nada.
Para el
agrónomo Ramón Vera Santos, un problema externo que recae sobre los
recolectores de café es que la actividad los aleja de los beneficios marginales,
es decir, plan médico, plan de retiro, licencia de vacaciones y por enfermedad,
entre otros.
Por su parte,
Rivera no paga beneficios marginales a sus trabajadores agrícolas, porque no
cuenta con una finca grande, que le genere suficiente dinero. “Entiendo
pertinente que el Departamento del Trabajo regule el salario mínimo de los
agricultores y recolectores de café para así promover una cultura de justicia
salarial”, opinó.
Tanto el DA
como el gobierno han hecho caso omiso a la Ley
de incentivos contributivos agrícolas (Ley 225), que propone equilibrar de
forma justa, práctica y razonable el programa de desarrollo agrícola con los
demás sectores económicos, tales como el turismo, con el propósito de otorgar
la más alta prioridad a la agricultura en toda gestión del gobierno de Puerto
Rico. Porque cuando se ponen en una balanza otras áreas y la agricultura, la
balanza se inclina sobre esta última.
Por otra parte, un informe sobre la industria
de café en el 2011- 2012 realizado por la Estación Experimental Agrícola reveló
que para motivar la mano de obra local se debe mejorar el salario, las
condiciones de trabajo, ofrecerle hospedaje, cuido de niños, ancianos y
facilidades de transportación. Así como mejorar el pago de bonos de
productividad por trabajo realizado y que se mantengan las ayudas económicas
del gobierno.
El agrónomo y
especialista del Servicio de Extensión Agrícola UPRM, Miguel Monroig Inglés
señala que la educación es esencial en el proceso de recuperación de la
industria del café, para así elaborar un producto de calidad.
Monroing Inglés opinó
que a pesar que la industria cafetalera tiene escasez de personas que trabajen
en su recogido, no desaparecerá, sino que habrá muchas probabilidades de que se
convierta en una industria pequeña, que dejará sin empleos a personas, en su
mayoría, del centro de la Isla. Enfatizó que se debe tomar acción lo más pronto
posible porque es una industria que genera más de 25 mil empleos directos e
indirectos.
“Esto es uno de los
momentos más difíciles en la siembre de café, pero tengo la esperanza que la
industria del café vuelva a ser como en sus comienzos, porque hay muchas
familias que dependen de ella”, dijo Rivera en tono melancólico.
Como dice la canción
de Juan Luis Guerra “Ojalá que llueva café en el campo”, pero en este caso
debería ser ojalá que lluevan manos que ayuden a recoger el café que se pierde.
En el reportaje de mañana,
presentaremos el por qué se redujo el presupuesto del Departamento de
Agricultura y las posibles causas de cómo afectan los altos costos de
producción al café.
Disminución de presupuestos
y altos costos de producción amenazan los cafetales
Ésta es la segunda parte de una serie investigativa sobre el deterioro en la siembra de café en la Isla. Hoy se
discute cómo la disminución de presupuestos y los
altos costos del café amenazan los cafetales.
A pesar de que el
café puertorriqueño posee un exquisito sabor que llevó a maravillar a
reyes y a honrar al Vaticano, hoy día enfrenta la peor amenaza en la historia
agrícola puertorriqueña que vaticina extinguir su producción y cultivo.
El oro negro de Puerto Rico es la
principal actividad económica en 21 municipios, principalmente en los
municipios del centro de la Isla, como Jayuya, Lares, Maricao, entre
otros. Sin embargo, los altos costo de
producción y la falta de maquinarias han sido algunos de los factores que han
provocado la caída del sector cafetalero.
El
descuido y la poca importancia que por
años ha demostrado el gobierno con la agricultura y con los agricultores, lo
confirman los recortes presupuestarios –este año fiscal tuvo un recorte de $1
millón- y el crédito agrícola limitado, pues es un sector que genera ingresos y
empleos, así como ayuda a mejorar la economía del país.
El caficultor y
dueño de Hacienda San Pedro, en
Jayuya, Roberto Atienza asegura que los altos costos de producción de café
afectan drásticamente la industria “y peor aún, cuando no contamos con el
respaldo del gobierno, ni su política pública”.
La Hacienda
cuenta con una finca de 360 cuerdas, y de éstas, 129 cuerdas son dedicadas a
cosechar café. Atienza dijo que tiene que reponer anualmente un 10 por ciento
de los árboles con siembra nueva, producto del mal tiempo, excesivas lluvias y
falta de herramientas necesarias para el mantenimiento de las cuerdas, entre
otras causas.
Atienza
denunció que en el pasado el Departamento de Agricultura (DA) otorgaba
incentivos económicos a los caficultores y cierta cantidad de abono para
mantener saludables las siembras, pero eso se redujo con el paso del
tiempo.
“Lo que sucede
es que la manera cómo el gobierno otorgaba las ayudas no fue la más acertada,
porque algunos caficultores no sabían cómo administrarlas y por unos pocos, nos
perjudicamos todos”, mencionó el agricultor de 62 años, quien se crio en la
Hacienda y la heredó cuando falleció su padre.
El caficultor
jayuyano indicó que para que el café pueda flotar, se pueda despulpar, lavar y
secar es necesario adquirir máquinas especiales que consumen grandes
cantidades de combustible y de energía eléctrica, cuyos costos se han
elevado. Actualmente, Atienza ha invertido más de $30 mil en comprar
nuevas maquinarias porque el DA los regula y hacen visitas esporádicas para
verificar que todo esté en orden, sino los multan. “Muchas fincas por aquí han
cerrado por las multas”, añadió.
Por su parte,
el especialista en agricultura ecológica y sustentabilidad rural, Nelson
Álvarez especificó que para lograr que la industria cafetalera prospere, es
necesario que el gobierno desarrolle sistemas y mecanismos que faciliten el
mercadeo del producto y la protección contra los riesgos de mercadeo y cambios
de precios.
Álvarez instó al
gobierno a que comience a ofrecer el financiamiento necesario en momentos
adecuados, pues es esencial para un desarrollo más eficiente de la industria
del café.
Los caficultores se
preguntan el porqué de las reducciones en las ayudas económicas, por lo que
la secretaria administrativa del Servicio de Extensión Agrícola en
Jayuya, Hilda Huertas respondió que en un principio se le otorgaban incentivos
al caficultor para lidiar con los costos de producción, pero paulatinamente se
fueron eliminando.
Huertas añadió que
los incentivos se eliminaron porque además de que la situación financiera del
país no permite respaldar económicamente a la industria, el DA asegura que los
caficultores no hacían buen uso de las ayudas provistas.
Por otro lado, el
informe sobre la industria de café realizado por la Estación Experimental
Agrícola menciona que el precio del café se mantuvo estático por 14 años,
mientras que los costos de producción incrementaron rápidamente. Desde el año
2005 el precio del café no ha sido revisado y para ese entonces el Departamento
de Asuntos del Consumidor (DACO) fijó el precio de $3.64 la libra a $ 4.45 la libra de harina de café.
“No existe en Puerto
Rico industria alguna que por tanto tiempo haya operado sin aumentar sus
precios y reajustar los márgenes de ganancia ante los continuos aumentos de los
costos de producción. Peor aún, ésta es la única empresa agrícola que depende
del gobierno para aumentar su precio a través de un Secretario que tiene como
responsabilidad primaria defender al consumidor”, dijo Miguel Monroig,
especialista del Servicio de Extensión Agrícola de la Universidad de Puerto
Rico, Recinto de Mayagüez.
La
inconformidad por parte de los trabajadores agrícolas, la disminución de ayudas
económicas a los recolectores y la falta de revisión del precio de café ponen
en riesgo la persistencia de la industria cafetalera.
A esto se suma
el proyecto La llave para tu agroempresa,
iniciativa creada por el DA conforme a la Orden Ejecutiva 2005-12 (10 de marzo
de 2005) cuyo objetivo es brindar alternativas de financiamiento que se ajusten
a las necesidades de los agricultores que deseen implementar tecnologías
agrícolas modernas. El proyecto ofrece la oportunidad a los caficultores de
tomar préstamos al Banco de Desarrollo Económico (BDE) de hasta $100,000
con el fin de establecer nuevos proyectos.
Sin embargo,
esta ayuda sólo sirve para disfrazar la verdadera situación del agricultor
porque los préstamos agrícolas tienen altos porcentajes de interés (tasa de
interés del mercado más .50 por ciento) que no son fijos, lo que incrementa la
deuda del solicitante.
“Este proyecto
ha sido una equivocación por parte del gobierno. Estamos hablando de un 12 por ciento
que podría llegar a aumentar hasta un 20 por ciento de interés. Nos
endeudaríamos todos si nos acogemos a él”, comentó Rafael Rivera, caficultor y
dueño de la finca Monte Alto en Jayuya.
Ante tales
hallazgos, aumenta la preocupación por el desprecio y rechazo a la agricultura
en Puerto Rico, contrario a lo que se hace en otros países. Si el café
desaparece como actividad agrícola ocasionaría una crisis social en la montaña
y la economía de los 21 municipios que componen la zona cafetalera también se
vendría abajo.
La serie
investigativa sobre la caída de la industria cafetalera en Puerto Rico concluye
mañana exponiendo por qué la calidad del café puertorriqueño no está siendo
verificada.
En peligro la calidad del
café puertorriqueño
Ésta es la última parte de la serie investigativa sobre la caída de la
industria cafetalera en Puerto Rico. Hoy se exponen las razones y las consecuencias
de por qué no están reglamentando su calidad.
El grano que se
siembra en Puerto Rico tiene el potencial para competir con los mejores del
mundo, como el que se produce en Hawai y Jamaica. Sin embargo, este distintivo
del fruto puertorriqueño se ha visto afectado ante la ausencia de mecanismos
que fiscalicen la calidad del café que se mercadea.
“La calidad del café
de Puerto Rico ha bajado. Hay necesidad de una constante supervisión y el
desarrollo de un manejo adecuado de los granos en la industria del café”,
sostuvo José Fabre, catador especializado de café.
Esto significa que el
consumidor podría creer que está comprando un café de primera calidad cuando
posiblemente sea de segunda, o en el peor de lo casos, tal vez esté pagando a
un alto precio un café “gourmet”, y que realmente no lo sea.
Pero mientras
prevalece la caída de la industria cafetalera, el gobierno ha hecho caso omiso
al reglamento que estipula las pautas para clasificar todo tipo de café que se
mercadea en Puerto Rico y el café de exportación (Reglamento 7145 del 1 de mayo
de 2006).
El secretario
del Departamento de Agricultura (DA), Neftalí Soto, aceptó que el reglamento no
se ha implantado por falta de recursos financieros y personal capacitado que
puedan fiscalizar el café que se procesa en las torrefacciones del
País.
“Mi deseo es
que el consumidor tenga la certeza de que el café que está comprando es de
calidad, pero el DA tiene una carencia de empleados”, confesó el titular de la
agencia.
De igual
manera, los beneficiadores, quienes procesan el café para luego llevarlo a la
torrefacción, gozan de libertad al procesar el fruto, pues el DA no tiene
suficientes fiscalizadores.
La directora de
la Oficina de Fiscalización del Mercado de Café (OFIM), Evelyn Santiago aseguró
que la oficina no cuenta con el capital necesario para desarrollar el proceso
de fiscalización.
Por otro lado, Fabre
dijo que la razón principal para que la calidad del café haya bajado se debe al
uso de una máquina para secado del grano mediante fuego directo.
"Uno de los
grandes factores que ha incidido en la merma de calidad, en términos generales
—porque todavía hay agricultores que procesan buen café— es el uso de una máquina
que se llama la batea del café, que es una secadora de fuego directo, que ha
afectado la calidad del grano", comentó el catador.
La batea, según
Fabre, se usa para acelerar el secado del grano para economizar tiempo, pero al
no tomarse unas medidas reguladoras con el uso de este tipo de secadora, el
café se "sobrecalienta, sobre seca, lo que afecta directamente la calidad
del grano".
Según el informe
económico de la Oficina de Estadísticas Agrícolas del DA, durante la pasada
cosecha el sector cafetalero produjo unos 120,000 quintales de café, lo que
implica que la producción se redujo en un 68 por ciento si se compara con la
producción en 1962. En lo que va de año se han registrado 120,500 quintales de
cosecha, un de las más bajas en comparación con años anteriores.
El consumo local de
café es de 300,000 quintales por año aproximadamente, por esto es necesario
importar café extranjero. En el 2008 se importó el 48 por ciento del café que
se consumió en Puerto Rico. Actualmente se importan alrededor de 100,000
quintales de café, a pesar de que el 30 por ciento de la cosecha se pierde.
Para el caficultor y
dueño de Hacienda San Pedro en Jayuya, Rafael Atienza, su finca ha tenido una pérdida
de 50 por ciento de café por la falta de mano de obra. Este año espera recoger
más café que el año pasado, cuando recolectó unos 3,500 quintales.
“El café comercial está destinado a
desaparecer. Nosotros sobrevivimos vendiendo el café especializado gourmet que
vendemos aquí”, mencionó Atienza.
Según el caficultor
jayuyano, el DA es muy exigente cuando compra café, pero se le hace difícil
cumplir por los altos costos de producción. Lo cierto es que si el
gobierno no compra café extranjero para luego venderlo a las torrefacciones no
podría ayudar a los
caficultores.
El agrónomo y
ayudante especial del DA, Ramón Vera dijo que si no se compra café
internacional es más difícil ofrecer ayuda a los
caficultores.
Para Vera, el café
importado es de una calidad excelente porque la compra se hace por previa
subasta y por un ente regulador internacional. Además se realizan pruebas de
catar y de precios.
Por otro lado, los
terrenos dedicados al cultivo del café se han reducido. En 1960, según indica
el DA, se sembraba café en unas 160,000 cuerdas de terreno. Hoy existen
aproximadamente 38,000 cuerdas destinadas al cultivo de café, cifra que implica
una reducción de 76 por ciento.
Algunos agricultores han
optado por arrendar sus tierras a compañías extranjeras que producen semillas modificadas
genéticamente, con el fin de suplir a la agricultura de otros países. Esto
representa un incumplimiento con los cánones del contrato de arrendamiento, el
subarrendar las tierras públicas de la Autoridad de Tierras.
Sin embargo, por lo
difícil que es dedicarse a la agricultura en Puerto Rico, donde el Gobierno no
da prioridad a esta industria y donde los consumidores favorecen, en gran
medida, los productos extranjeros, los agricultores ha optado por alquilar las
tierras a unos $650 por cuerda privada anualmente.
Por otro lado, el
agrónomo de la región agrícola de Mayagüez, Julio Colón manifestó que además de
la disminución de terrenos agrícola, el no practicar la agricultura sustentable
amenaza la calidad del suelo.
Colón explicó que la
agricultura sustentable es una producción agrícola que utiliza un mínimo de
productos químicos. Es una agricultura económicamente viable, socialmente justa
y ambientalmente sana.
Un estudio sobre
proyectos de agricultura sustentable en los países del Sur encontró que la
producción promedio de alimentos por hogar aumentó en 73 por ciento para 4.42
millones de agricultores en 3.58 millones de hectáreas, brindando seguridad
alimentaria y beneficios de salud a comunidades locales.
Consecuentemente, si
la situación del café de Puerto Rico continúa su camino de decadencia, llegará
el momento que se destruya el muro de contención que representa la agricultura
en los municipios de la montaña. Peor aún, posiblemente desaparecería de la
mesa del consumidor uno de los productos locales más importantes que tanto
satisface el paladar del puertorriqueño, al ser desplazado por un café de menor
calidad.
Diciembre 2012
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