Richard Rivera Cardona
Estudiante de Periodismo de la USC
EDITORIAL
Los valores culturales puertorriqueños: desatendidos y en un rincón
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española,
la palabra cultura tiene la siguiente definición: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de
desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social”.
Tomando esta definición como punto de partida, se puede inferir que la cultura
es un aspecto muy importante en cada sociedad.
La
cultura, en toda nación, es un elemento relevante porque nos ubica en tiempo y
espacio. Ese contexto nos permite identificarnos dentro de un punto geográfico
con un himno, una bandera, unos rasgos o características particulares, unas
costumbres y tradiciones especiales y, sobretodo, cultivar el amor patrio que
nos conducirá al trabajo arduo, decente y colectivo por el bienestar de la
nación.
Sin embargo, al
analizar la cultura en el contexto de nuestra realidad puertorriqueña, vemos
que no se han concentrado los afanes ni el trabajo en la conservación y
promoción de los elementos que componen nuestra rica cultura puertorriqueña.
Vemos cómo una cultura tan exquisita como la nuestra, no cuenta con un plan
decente que garantice su promoción y conservación de una manera eficiente.
Es
esta situación la que justifica la investigación de cómo y por qué el gobierno
y las organizaciones que por ley deben divulgar y salvaguardar la cultura
puertorriqueña no están logrando, a cabalidad, sus objetivos. Un ejemplo claro
es la asignación del presupuesto para este año fiscal que redujo la partida
destinada al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) en un 3 por ciento,
siendo el ICP una de las organizaciones que más difunde la cultura en el país
mediante una agenda variada de actividades.
El
ciudadano no debe cerrar los ojos ante la desatendida promoción de los valores
culturales, motores éstos de la identidad nacional. El gobierno y los
ciudadanos deben luchar de la mano en pro de preservar la cultura nacional. Es
un bien común que todos disfrutaremos a largo plazo.
Las aulas: un escenario con menos cultura
Nota: Con este reportaje comienza la serie
investigativa en torno al poco fomento de la cultura puertorriqueña en la Isla.
En este reportaje hablaremos de la importancia de los cursos de bellas artes,
teatro y música para el fomento de la cultura puertorriqueña y por qué la
cultura debe enseñarse desde la niñez.
Prioridad hacia las matemáticas y las ciencias, eliminación de cursos
que promueven la cultura y reducción de experiencias que contribuyen al
aprovechamiento académico de los estudiantes, son algunas de las situaciones
que pueden identificarse al analizar la oferta académica de las escuelas públicas
del País a través del lente cultural.
Al buscar respuestas sobre la cultura, se encuentra un amplio abanico en
la escritura, lectura, pintura, música, escultura, filosofía, historia, ciencia
y muchos más temas. Tradicionalmente, la cultura
es asociada a los marcadores étnicos, es decir, solo a aquellas manifestaciones
que diferencian a un grupo de otro, como el lenguaje o costumbres en general.
La cultura permite, además, que el ser humano cree un sentido de
identidad como ciudadano y un amor hacia su bandera, himno, recursos naturales
y artistas. Asimismo, la familia y la escuela son los encargados de dotar a los
estudiantes con el conocimiento que se requiere para ser un adulto y ciudadano
funcional. Pero, ¿qué ocurre cuando la institución responsable de impartir el
conocimiento va disminuyendo su oferta de cursos y se ven atentados aquellos
que promueven la cultura? Sin duda, el amor por la cultura no es impulsado y el
futuro adulto llegará a la sociedad sin una orientación ni identidad definida
en términos culturales.
En febrero de 2011, el Departamento de Educación (DE) envió una carta
circular, en la que explicaba que las clases de bellas artes comprenderían solo
medio crédito para términos de graduación. Esta situación crea un gran
precedente en el menoscabo de la identidad puertorriqueña, pues los estudiantes
se verán tentados a tomar otros cursos como electivas versus los que impulsan
valores culturales.
Thaimy Reyes Díaz, maestra de teatro en la escuela Ramón Vila Mayo, en
Río Piedras, entiende que el gobierno y el DE le han dado prioridad a las
matemáticas, las ciencias y el inglés, por lo que el peor escenario será para
las artes.
La educadora señala que su preocupación es, mayormente, que los cursos
que se han estado cerrando desde el año pasado en su escuela son de bellas
artes, uno de los programas que más estudiantes recluta. Ella denuncia que el DE
recibe fondos del Programa de Reforma Integral “School Wide”, el cual exige
que, para su utilización, las escuelas deben enseñar cursos de artes. Reyes
entiende que pueden estar ocurriendo irregularidades administrativas con estos
fondos.
Por su parte, Rosa Amelia Acevedo, maestra de pintura y dibujo en la
Escuela Central de Bellas Artes, en Santurce, dio testimonio de cómo, a lo
largo de sus 28 años de servicio, ha visto que cuando surgen supuestas crisis
económicas, las primeras plazas en recortar son las de teatro, música o bellas
artes. Para Acevedo, la instrucción de estos cursos promueve la expresión
creativa, el desarrollo de las inteligencias múltiples, la sensibilidad y el
pensamiento crítico, experiencias que no deben restringirse, pues contribuyen
al desarrollo humano.
“El proceso creativo agudiza los
sentidos, mejora la propiocepción y estimula la conciencia ambiental y social.
Como resultado de la práctica de las destrezas de cada disciplina, el estudiante emite y proyecta juicios
valorativos que pasan desapercibidos o
resultan indiferentes a otros. Se logra
un ser integral con alta autoestima y destrezas de trabajo cooperativo”, afirmó
la maestra, quien no ha visto sus labores suspendidas, pero sí las de
compañeros en otras escuelas que no quiso mencionar.
Si las ofertas académicas recortan los cursos de bellas artes, teatro y
música, los cuales impulsan el fomento de la cultura en Puerto Rico, las clases
impartidas, ciertamente manipuladas, están guiando al estudiantado a ser un
grupo receptor más que creador. Acevedo señala que “limitarles la oportunidad
de tomar estos cursos es limitarles su conocimiento”.
Evidentemente, todos los cursos son medulares e importantes para una
formación académica eficiente. Sin embargo, en los últimos años, se ha visto un
esfuerzo mayor y concentrado en las matemáticas, las ciencias y el inglés, lo
que deja entrever que hay, al parecer, cierta preferencia hacia estos cursos.
Acevedo opina que debe haber una integración de todos los cursos en una
iniciativa en pro del conocimiento, sin embargo, el DE ha concentrado sus
esfuerzos en aumentar las puntuaciones de las pruebas puertorriqueñas, en las
que las destrezas y capacidades de los estudiantes no tienen cabida.
El año 2011 se vio marcado por muchas protestas de los maestros de
escuelas públicas, entre ellas por el cambio en la duración de las clases de 50
minutos a 60. Sobre este particular, Eva Ayala Reyes, portavoz del grupo
magistral EDUCAMOS, indicó que si los cursos duran 50 minutos, los maestros y
la comunidad escolar tienen la oportunidad de brindarles a los estudiantes
otros cursos y otras experiencias relacionadas con las bellas artes.
Ayala afirmó, además, que esta implantación para cambiar la duración de
las clases trajo consigo la eliminación de más de 900 plazas de bellas artes.
La portavoz señaló que la acción del DE no tuvo base pedagógica, pues eliminó
servicios y experiencias que contribuyen al aprovechamiento académico, forjan
valores y ayudan a la prevención de problemas sociales.
De acuerdo a la maestra Reyes, la eliminación de estos cursos obedece,
ciertamente, a la política pública del DE y a uno de los pasados mensajes del
gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño, a la Legislatura, en el que enfatizó
la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y el inglés.
En este sentido, la comunidad escolar, especialmente los maestros, se
encuentran en una posición desagradable, pues muchos como Acevedo, entienden
que no es justo ofrecerles a los estudiantes una oferta académica incompleta.
Ante esta situación, los maestros se hallan un tanto desesperanzados,
pues las promesas han sido muchas por parte del Gobierno y de los distintos
secretarios que ha tenido el DE, sin que nada concreto ni beneficioso ocurra en
el panorama que viven a diario.
Sin embargo, en el contexto político, los candidatos a la gobernación
para las elecciones de 2012, en el debate cultural el pasado 3 de octubre,
presentaron sus propuestas de cultura en las que se manifestaron iniciativas en
pro de salvaguardar y llevar la cultura puertorriqueña hasta las aulas de
manera intensiva.
Alejandro García Padilla, gobernador electo del Partido Popular
Democrático (PPD), dijo que la cultura es cuestión de futuro, más que orgullo
patrio, sin entrar detalladamente al ámbito de la educación.
Y aunque estas propuestas pudieron significar rayos de luz para la
oferta académica de las escuelas públicas del País, ninguno de los candidatos
que propuso iniciativas concretas, relacionadas a términos culturales, resultó
electo.
A este panorama le hacen sombra las promesas sin cumplir de tantos que
han aparentado un compromiso genuino con la educación de quienes conformarán el
futuro de este país. Mientras, los planteles siguen recibiendo a diario miles
de estudiantes que van a consumir información que les ayude a impulsarse en la
esfera social, una vez salgan de la escuela. Sin embargo, la oferta académica
que reciben es incompleta al evaluar los valores culturales impulsados en los
salones de clases.
Nota: Mañana continúa esta serie investigativa
con un reportaje sobre la situación y los retos que enfrentan los artistas del
patio ante la poca comercialización de la música autóctona puertorriqueña.
La bomba: música rezagada en la Isla
Nota: Hoy continúa la serie investigativa en
torno al poco fomento de la cultura puertorriqueña en la Isla. En este
reportaje presentaremos la situación que enfrentan los artistas del patio ante
el desinterés comercial de la bomba y el poco respaldo al género musical.
La bomba, danza de origen africano cultivada en Puerto Rico,
es para muchos representativa de la identidad, la cultura y la raza; sin
embargo, en el contexto actual y comercial, la bomba no goza de la popularidad
ni la promoción que tienen otros géneros musicales.
Según el músico y compositor Jerry Ferrao, quien ha realizado
investigaciones por más de 15 años sobre este tema, la bomba proviene de Akán,
una zona de África cerca de la Costa de Oro de acuerdo a los trabajos del
etnomusicólogo Vega Duprey y sus hallazgos, los cuales ha estudiado en su
propia investigación sobre este particular. Él dice que hasta el nombre de los
palos con los que se toca el barril, instrumento principal, proviene de un
idioma antiguo de esa zona.
Se cree que a partir del siglo 16 se formó en Puerto Rico
este género musical, cuyas características son voz melódica, frases cortas,
repetición monótona, ritmo impetuoso, vibrante y complejo como un diálogo entre
los tambores y los bailarines o “bailadores”, como se les conoce.
La bomba es tocada con tambores creados con barriles de almacenamiento y cuero
de chivo que se ajustan con torniquetes o tornillos. Por esta razón, se les
conoce como "barriles" o "bombas". Estos tambores se
clasifican como “buleador”, hecho de
cuero del chivo macho y tiene un sonido grave que marca el ritmo básico, y
“subidor”, también conocido como "primo", hecho de cuero del chivo
hembra y afinado más agudo.
Las "bombas" o “palos” son los instrumentos
principales, pero se utilizan palitos de madera llamados "cuás" y una
sola maraca hecha de higüera y semillas de camándula, que usualmente la toca
una mujer que es además la “cantadora”.
Conforme fue pasando el tiempo, la bomba se fue concibiendo
como una expresión cultural y el surgimiento de otros géneros musicales acaparó
la atención pública y comercial, quedando la música autóctona puertorriqueña
fuera de este segundo foco de atención.
Frente a este difícil escenario, en el que también hay
diferentes instituciones que defienden la cultura como la Fundación Nacional
para la Cultura Popular, el Ateneo Puertorriqueño y el Instituto de Cultura
Puertorriqueña (ICP), la bomba no ha resultado ilesa ante los tormentosos
avances y ventajas comerciales.
Ferrao afirma que “amamos lo que conocemos. Amemos nuestras raíces”. Por lo que,
pareciendo un efecto dominó correlacionado con esta frase, la poca promoción de
este género musical en la Isla ha provocado el desinterés de muchos, en
especial, el de las generaciones crecientes. La tecnología y la
comercialización han dado paso a otros intereses que la publicidad ha
determinado, dejando, entre otras cosas, la bomba fuera de esa
comercialización.
De hecho, en Puerto Rico, la Ley 189 del año 2011, Ley de Nuestra Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña,
establecía que cualquier actividad en que se inviertan más de $10,000 debería
contratarse el 30 por ciento en música autóctona. Sin embargo, desde agosto de
2011, se le hicieron enmiendas a la ley reduciendo a un 10 por ciento la
obligación de los municipios y del gobierno para contratar agrupaciones
folclóricas.
Para Tatiana Fontánez, estudiante de baile y teatro,
este es el vivo ejemplo de que el propio gobierno está limitando la promoción y
divulgación de la cultura por medio de la música. La joven entiende que cuando
el Partido Nuevo Progresista (PNP) está al poder, la agenda de políticas
públicas prioriza intereses estadistas que dejan fuera del escenario los
valores culturales puertorriqueños, representativos de la identidad nacional.
Por su parte, Chamir Bonano, “cantadora” de plena,
relató que desde la enmienda a la Ley 189 del año 2011, Ley de Nuestra Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña,
se han visto reducidas las intervenciones de su grupo de canto y baile, del
cual participa también Ferrao.
Bonano manifestó que con su grupo llevan “buena música”
a distintos centros nocturnos del país y siempre logran hacer reír a la gente.
“Con la cultura y la música de aquí podemos olvidarnos por un momento de los
momentos difíciles que está viviendo el país. La cultura lo es todo y por amor
a ella, podemos rescatar al país”, expresó.
Asimismo, Ferrao señaló que el especial Raíces, producido por el Banco Popular
en 2001, como el tradicional especial de Navidad, distorsionó la información
histórica de la bomba porque más que fomentar el valor de este género musical,
el fin primordial del banco fue uno comercial, en el que no se invirtió en
investigaciones de gran envergadura.
Ferrao hace una comparación entre su investigación de
casi 20 años con la capacidad económica que tiene el Banco Popular para llevar
a cabo una investigación profunda sobre este género y, a su vez, impulsar la
cultura puertorriqueña. El músico entiende que el banco pudo haber hecho mucho
más si su interés hubiese sido genuinamente presentar la historia de la bomba y
su significado y valor cultural.
Aún más, Ferrao tuvo la iniciativa de hacer una producción
discográfica de bomba y jazz, la cual tuvo que producir independientemente ante
la ausencia de disqueras que quisieran impulsar la propuesta musical.
Eventualmente, el disco formó parte de los mejores compactos del año 2008 de la
Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Ante la ausencia de un impulso sólido por parte de
organizaciones gubernamentales, distintas personas han tenido que tomar
iniciativas individuales como el caso de Ferrao con su disco. Tal es la
situación de Gilda Rivera y su grupo de baile y teatro folclórico Danza Fiesta.
Rivera opina que a través del baile de bomba pueden contar las historias de los
puertorriqueños. Rivera lleva bailando bomba más de 25 años y ha llevado a su
grupo a distintos países, en los que han comunicado la historia de Puerto Rico.
Asimismo,
la sección 4 de la Ley 89 de 21 de junio de 1955, según enmendada, para establecer el
Instituto de Cultura Puertorriqueña y definir sus propósitos, poderes y
funciones, establece que “El Instituto de Cultura Puertorriqueña será el
organismo gubernamental responsable de ejecutar la política pública en relación
con el desarrollo de las artes, las humanidades y la cultura en Puerto Rico.”
Sobre este asunto, Mercedes Gómez Marrero, directora del ICP, indicó
que su equipo de trabajo realiza la mejor labor posible de acuerdo con los
recursos disponibles. Gómez destacó que en un escenario económico difícil, como
el que vive Puerto Rico en la actualidad, las reducciones son normales, pero no
dejan de ser alarmantes. Cabe señalar que en este nuevo año fiscal, el ICP tuvo
una reducción de 3 por ciento de su presupuesto asignado.
Ante esta situación, Yolanda
Rodríguez, estudiante universitaria, opinó que hay que comenzar por dividir las
fundaciones y organizaciones de la rama gubernamental. Rodríguez manifestó que
muchas veces se confunde la idea de que si algunas organizaciones funcionan con
fondos del gobierno deben estar ideológicamente ligadas. Ella expresó que, a su
entender, el gobierno, de cierta manera, presiona a las instituciones
culturales a que miren en la misma dirección que los valores políticos del
gobierno de turno.
Nota: Mañana presentamos el último reportaje de
esta serie investigativa sobre el poco fomento de la cultura puertorriqueña en
la Isla con el tema de los museos y su poca promoción.
Museos de la Isla: espacios de historias casi
olvidadas
Nota: Hoy presentamos el último reportaje de la
serie investigativa en torno al poco fomento de la cultura puertorriqueña en la
Isla. En este reportaje hablaremos sobre los museos de la Isla y la poca
promoción para atraer a los ciudadanos y turistas.
Puerto Rico es uno de los puntos más estratégicos para el
turismo y recibe grandes cantidades de visitantes al año, los cuales desean
conocer más de la historia de la Isla, sin embargo, los museos, espacios que
guardan la historia de todo lugar, no cuentan con programas atractivos ni con
horarios ni personal que puedan asistir satisfactoriamente a quien vaya en
busca de información.
Tal es el caso de Bárbara de Jesús, quien durante el verano
pasado decidió ir al Museo de Arte de Ponce sin sospechar que se encontraría
con las puertas cerradas. De Jesús, motivada por su deseo de visitar el Museo,
preguntó a personas cercanas a las instalaciones, quienes le indicaron que el
Museo no abría los martes, por lo que tendría que volver otro día desde San
Juan. Continuó su búsqueda de algún museo que visitar y después de pasar por
varias instalaciones igualmente cerradas, solo halló abierto el Museo de la
Historia.
Pese a la política del Museo de Arte de Ponce de que cualquier persona
puede entrar, aunque no tenga la capacidad económica para pagar un boleto de
entrada, De Jesús entiende que es una experiencia desagradable viajar de San
Juan a Ponce para que no haya nadie que la atienda un martes de verano.
De esta manera, diferentes personas entrevistadas han tenido situaciones
desagradables en sus visitas a los museos. Entre los denominadores comunes,
pueden señalarse que no se obedece el horario oficial, hay poco personal para
dar los recorridos, los visitantes se han sentido ignorados, no hay nadie en
las tienditas de suvenires, entre otras situaciones.
Myrta Rivera, ama de casa y residente de Cayey, indicó que hace dos años
quiso visitar el Museo Las Américas en Viejo San Juan, sin embargo, sus deseos
fueron menguando mientras esperaba por que le asignaran alguna persona que le
diera el recorrido. Rivera entiende que esta situación se debió a la falta de
personal en el lugar, que redundó, además, en que la charla no fuera tan
agradable porque le brindaron la información de manera rápida, pues había más
gente esperando.
“No he vuelto más a museos. Prefiero ir a otros lugares, aunque sean
menos culturales”, afirmó Rivera, quien ha perdido el interés hacia los museos
de la Isla.
Asimismo, en 2009 causaron conmoción los despidos en el Instituto de
Cultura Puertorriqueña (ICP), siendo los museos los más afectados e incluso
algunos tuvieron que cerrar por un tiempo ante la falta de personal. Las
cesantías del gobierno de Luis Fortuño afectaron los distintos programas e
iniciativas del ICP y aunque algunos líderes no lo quieran admitir, pareciera
que el ICP funciona a merced de la política.
Algunos ciudadanos opinan que el despido de empleados en el ICP,
mayormente guías de museos, es un plan del gobierno novoprogresista para acabar
con la identidad del puertorriqueño, tal como opina Tatiana Fontánez,
estudiante de baile y teatro.
Sin embargo, aunque parezca
increíble, el ICP no cuenta con un registro de las piezas y pinturas que han
prestado, de modo que no se sabe si dichas piezas han sido devueltas o no,
según indicó su directora, Mercedes Gómez, a un periódico nacional. Esta situación
pone en duda el compromiso del ICP hacia el patrimonio cultural.
La sección 1 de la Ley 89 de 21 de
junio de 1955, según enmendada, para establecer el Instituto de Cultura
Puertorriqueña y definir sus propósitos, poderes y funciones, establece que el
ICP tiene el propósito de “conservar, promover, enriquecer y divulgar los
valores culturales puertorriqueños y lograr el más amplio y profundo
conocimiento y aprecio de los mismos”. No obstante, si el ICP no lleva un
registro de las pinturas que ha prestado para actividades o exhibiciones, ¿quién cuida del
patrimonio cultural?
Ante este escenario de incertidumbre, muchos ciudadanos piensan que es
utópico esperar un plan organizado que ayude a levantar la actividad en los
museos. Ediel Ramos, estudiante de Salud Pública en el Recinto de Ciencias
Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), entiende que el gobierno está
tan desorganizado que, si en algún momento comienza a buscar el orden, en lo
último que va a pensar es en los museos.
Ramos hizo referencia a la pirámide de Maslow para explicar el problema
cultural del país. La
teoría psicológica sobre la jerarquía de las necesidades humanas, desarrollada
por el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, sostiene que conforme se satisfacen
las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos
más elevados. Se establecen cinco categorías de necesidad representadas en una
pirámide: fisiología, seguridad, afiliación, reconocimiento, autorrealización.
Hasta tanto las categorías primarias no han sido cubiertas, no es posible
alcanzar la cúpula piramidal.
El joven universitario entiende que no hay correspondencia
entre oferta y demanda dado que la cultura se encuentra en el tercer nivel de
la pirámide y al no satisfacerse las necesidades de los primeros dos niveles,
el interés y la disposición hacia los próximos niveles es algo fuera del
alcance.
Sobre este tema, Alexandra Ramírez, guía del Museo Las
Américas, en Viejo San Juan, comentó que ellos siempre están muy dispuestos a
recibir al público visitante, sin embargo, es poco el flujo durante el año
regular.
“Durante el año recibimos pocas personas, solo gente que, de
vez en cuando, se dan la vuelta porque han venido al Viejo San Juan a hacer
alguna diligencia. Pero es más usual recibir grupos de escuelas o durante los
recesos navideños o en verano”, expresó Ramírez.
La joven, quien lleva año y medio como guía del Museo, indicó
que son cinco guías los que laboran allí y que muy pocas veces no dan abasto.
Ramírez manifestó que el puertorriqueño, tristemente, no tiene tiempo para
dedicarle a la cultura ni a la visita de museos, y el que lo tiene, no reconoce
el valor cultural.
De acuerdo con el testimonio de algunos ciudadanos, los museos en Puerto
Rico no cuentan con un plan organizado para brindar servicios, de modo que la
cultura y la historia que conservan no podrán, de manera efectiva, trascender
habitaciones.
Diciembre 2012
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