15 de mayo de 2013

Rezagada la cultura puertorriqueña


Richard Rivera Cardona
Estudiante de Periodismo de la USC


EDITORIAL
Los valores culturales puertorriqueños: desatendidos y en un rincón

         De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, la palabra cultura tiene la siguiente definición: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social”. Tomando esta definición como punto de partida, se puede inferir que la cultura es un aspecto muy importante en cada sociedad.
         La cultura, en toda nación, es un elemento relevante porque nos ubica en tiempo y espacio. Ese contexto nos permite identificarnos dentro de un punto geográfico con un himno, una bandera, unos rasgos o características particulares, unas costumbres y tradiciones especiales y, sobretodo, cultivar el amor patrio que nos conducirá al trabajo arduo, decente y colectivo por el bienestar de la nación.

Sin embargo, al analizar la cultura en el contexto de nuestra realidad puertorriqueña, vemos que no se han concentrado los afanes ni el trabajo en la conservación y promoción de los elementos que componen nuestra rica cultura puertorriqueña. Vemos cómo una cultura tan exquisita como la nuestra, no cuenta con un plan decente que garantice su promoción y conservación de una manera eficiente.
         Es esta situación la que justifica la investigación de cómo y por qué el gobierno y las organizaciones que por ley deben divulgar y salvaguardar la cultura puertorriqueña no están logrando, a cabalidad, sus objetivos. Un ejemplo claro es la asignación del presupuesto para este año fiscal que redujo la partida destinada al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) en un 3 por ciento, siendo el ICP una de las organizaciones que más difunde la cultura en el país mediante una agenda variada de actividades.
         El ciudadano no debe cerrar los ojos ante la desatendida promoción de los valores culturales, motores éstos de la identidad nacional. El gobierno y los ciudadanos deben luchar de la mano en pro de preservar la cultura nacional. Es un bien común que todos disfrutaremos a largo plazo.


Las aulas: un escenario con menos cultura

Nota: Con este reportaje comienza la serie investigativa en torno al poco fomento de la cultura puertorriqueña en la Isla. En este reportaje hablaremos de la importancia de los cursos de bellas artes, teatro y música para el fomento de la cultura puertorriqueña y por qué la cultura debe enseñarse desde la niñez.

Prioridad hacia las matemáticas y las ciencias, eliminación de cursos que promueven la cultura y reducción de experiencias que contribuyen al aprovechamiento académico de los estudiantes, son algunas de las situaciones que pueden identificarse al analizar la oferta académica de las escuelas públicas del País a través del lente cultural.
Al buscar respuestas sobre la cultura, se encuentra un amplio abanico en la escritura, lectura, pintura, música, escultura, filosofía, historia, ciencia y muchos más temas. Tradicionalmente, la cultura es asociada a los marcadores étnicos, es decir, solo a aquellas manifestaciones que diferencian a un grupo de otro, como el lenguaje o costumbres en general.  
La cultura permite, además, que el ser humano cree un sentido de identidad como ciudadano y un amor hacia su bandera, himno, recursos naturales y artistas. Asimismo, la familia y la escuela son los encargados de dotar a los estudiantes con el conocimiento que se requiere para ser un adulto y ciudadano funcional. Pero, ¿qué ocurre cuando la institución responsable de impartir el conocimiento va disminuyendo su oferta de cursos y se ven atentados aquellos que promueven la cultura? Sin duda, el amor por la cultura no es impulsado y el futuro adulto llegará a la sociedad sin una orientación ni identidad definida en términos culturales.
En febrero de 2011, el Departamento de Educación (DE) envió una carta circular, en la que explicaba que las clases de bellas artes comprenderían solo medio crédito para términos de graduación. Esta situación crea un gran precedente en el menoscabo de la identidad puertorriqueña, pues los estudiantes se verán tentados a tomar otros cursos como electivas versus los que impulsan valores culturales.
Thaimy Reyes Díaz, maestra de teatro en la escuela Ramón Vila Mayo, en Río Piedras, entiende que el gobierno y el DE le han dado prioridad a las matemáticas, las ciencias y el inglés, por lo que el peor escenario será para las artes.
La educadora señala que su preocupación es, mayormente, que los cursos que se han estado cerrando desde el año pasado en su escuela son de bellas artes, uno de los programas que más estudiantes recluta. Ella denuncia que el DE recibe fondos del Programa de Reforma Integral “School Wide”, el cual exige que, para su utilización, las escuelas deben enseñar cursos de artes. Reyes entiende que pueden estar ocurriendo irregularidades administrativas con estos fondos.
Por su parte, Rosa Amelia Acevedo, maestra de pintura y dibujo en la Escuela Central de Bellas Artes, en Santurce, dio testimonio de cómo, a lo largo de sus 28 años de servicio, ha visto que cuando surgen supuestas crisis económicas, las primeras plazas en recortar son las de teatro, música o bellas artes. Para Acevedo, la instrucción de estos cursos promueve la expresión creativa, el desarrollo de las inteligencias múltiples, la sensibilidad y el pensamiento crítico, experiencias que no deben restringirse, pues contribuyen al desarrollo humano.
“El  proceso creativo agudiza los sentidos, mejora la propiocepción y estimula la conciencia ambiental y social. Como resultado de la práctica de las destrezas de cada disciplina,  el estudiante emite y proyecta juicios valorativos que pasan desapercibidos  o resultan indiferentes a otros.  Se logra un ser integral con alta autoestima y destrezas de trabajo cooperativo”, afirmó la maestra, quien no ha visto sus labores suspendidas, pero sí las de compañeros en otras escuelas que no quiso mencionar.
Si las ofertas académicas recortan los cursos de bellas artes, teatro y música, los cuales impulsan el fomento de la cultura en Puerto Rico, las clases impartidas, ciertamente manipuladas, están guiando al estudiantado a ser un grupo receptor más que creador. Acevedo señala que “limitarles la oportunidad de tomar estos cursos es limitarles su conocimiento”.
Evidentemente, todos los cursos son medulares e importantes para una formación académica eficiente. Sin embargo, en los últimos años, se ha visto un esfuerzo mayor y concentrado en las matemáticas, las ciencias y el inglés, lo que deja entrever que hay, al parecer, cierta preferencia hacia estos cursos. Acevedo opina que debe haber una integración de todos los cursos en una iniciativa en pro del conocimiento, sin embargo, el DE ha concentrado sus esfuerzos en aumentar las puntuaciones de las pruebas puertorriqueñas, en las que las destrezas y capacidades de los estudiantes no tienen cabida.
El año 2011 se vio marcado por muchas protestas de los maestros de escuelas públicas, entre ellas por el cambio en la duración de las clases de 50 minutos a 60. Sobre este particular, Eva Ayala Reyes, portavoz del grupo magistral EDUCAMOS, indicó que si los cursos duran 50 minutos, los maestros y la comunidad escolar tienen la oportunidad de brindarles a los estudiantes otros cursos y otras experiencias relacionadas con las bellas artes.
Ayala afirmó, además, que esta implantación para cambiar la duración de las clases trajo consigo la eliminación de más de 900 plazas de bellas artes. La portavoz señaló que la acción del DE no tuvo base pedagógica, pues eliminó servicios y experiencias que contribuyen al aprovechamiento académico, forjan valores y ayudan a la prevención de problemas sociales.
De acuerdo a la maestra Reyes, la eliminación de estos cursos obedece, ciertamente, a la política pública del DE y a uno de los pasados mensajes del gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño, a la Legislatura, en el que enfatizó la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y el inglés.
En este sentido, la comunidad escolar, especialmente los maestros, se encuentran en una posición desagradable, pues muchos como Acevedo, entienden que no es justo ofrecerles a los estudiantes una oferta académica incompleta.
Ante esta situación, los maestros se hallan un tanto desesperanzados, pues las promesas han sido muchas por parte del Gobierno y de los distintos secretarios que ha tenido el DE, sin que nada concreto ni beneficioso ocurra en el panorama que viven a diario.
Sin embargo, en el contexto político, los candidatos a la gobernación para las elecciones de 2012, en el debate cultural el pasado 3 de octubre, presentaron sus propuestas de cultura en las que se manifestaron iniciativas en pro de salvaguardar y llevar la cultura puertorriqueña hasta las aulas de manera intensiva.
Alejandro García Padilla, gobernador electo del Partido Popular Democrático (PPD), dijo que la cultura es cuestión de futuro, más que orgullo patrio, sin entrar detalladamente al ámbito de la educación.
Y aunque estas propuestas pudieron significar rayos de luz para la oferta académica de las escuelas públicas del País, ninguno de los candidatos que propuso iniciativas concretas, relacionadas a términos culturales, resultó electo. 
A este panorama le hacen sombra las promesas sin cumplir de tantos que han aparentado un compromiso genuino con la educación de quienes conformarán el futuro de este país. Mientras, los planteles siguen recibiendo a diario miles de estudiantes que van a consumir información que les ayude a impulsarse en la esfera social, una vez salgan de la escuela. Sin embargo, la oferta académica que reciben es incompleta al evaluar los valores culturales impulsados en los salones de clases.

Nota: Mañana continúa esta serie investigativa con un reportaje sobre la situación y los retos que enfrentan los artistas del patio ante la poca comercialización de la música autóctona puertorriqueña.


La bomba: música rezagada en la Isla

Nota: Hoy continúa la serie investigativa en torno al poco fomento de la cultura puertorriqueña en la Isla. En este reportaje presentaremos la situación que enfrentan los artistas del patio ante el desinterés comercial de la bomba y el poco respaldo al género musical.

La bomba, danza de origen africano cultivada en Puerto Rico, es para muchos representativa de la identidad, la cultura y la raza; sin embargo, en el contexto actual y comercial, la bomba no goza de la popularidad ni la promoción que tienen otros géneros musicales.
Según el músico y compositor Jerry Ferrao, quien ha realizado investigaciones por más de 15 años sobre este tema, la bomba proviene de Akán, una zona de África cerca de la Costa de Oro de acuerdo a los trabajos del etnomusicólogo Vega Duprey y sus hallazgos, los cuales ha estudiado en su propia investigación sobre este particular. Él dice que hasta el nombre de los palos con los que se toca el barril, instrumento principal, proviene de un idioma antiguo de esa zona.
Se cree que a partir del siglo 16 se formó en Puerto Rico este género musical, cuyas características son voz melódica, frases cortas, repetición monótona, ritmo impetuoso, vibrante y complejo como un diálogo entre los tambores y los bailarines o “bailadores”, como se les conoce.
 La bomba es tocada con tambores creados con barriles de almacenamiento y cuero de chivo que se ajustan con torniquetes o tornillos. Por esta razón, se les conoce como "barriles" o "bombas". Estos tambores se clasifican como  “buleador”, hecho de cuero del chivo macho y tiene un sonido grave que marca el ritmo básico, y “subidor”, también conocido como "primo", hecho de cuero del chivo hembra y afinado más agudo.
Las "bombas" o “palos” son los instrumentos principales, pero se utilizan palitos de madera llamados "cuás" y una sola maraca hecha de higüera y semillas de camándula, que usualmente la toca una mujer que es además la “cantadora”.
         Conforme fue pasando el tiempo, la bomba se fue concibiendo como una expresión cultural y el surgimiento de otros géneros musicales acaparó la atención pública y comercial, quedando la música autóctona puertorriqueña fuera de este segundo foco de atención.
         Frente a este difícil escenario, en el que también hay diferentes instituciones que defienden la cultura como la Fundación Nacional para la Cultura Popular, el Ateneo Puertorriqueño y el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), la bomba no ha resultado ilesa ante los tormentosos avances y ventajas comerciales.
Ferrao afirma que “amamos lo que conocemos. Amemos nuestras raíces”. Por lo que, pareciendo un efecto dominó correlacionado con esta frase, la poca promoción de este género musical en la Isla ha provocado el desinterés de muchos, en especial, el de las generaciones crecientes. La tecnología y la comercialización han dado paso a otros intereses que la publicidad ha determinado, dejando, entre otras cosas, la bomba fuera de esa comercialización.
De hecho, en Puerto Rico, la  Ley 189 del año 2011, Ley de Nuestra Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña, establecía que cualquier actividad en que se inviertan más de $10,000 debería contratarse el 30 por ciento en música autóctona. Sin embargo, desde agosto de 2011, se le hicieron enmiendas a la ley reduciendo a un 10 por ciento la obligación de los municipios y del gobierno para contratar agrupaciones folclóricas. 
Para Tatiana Fontánez, estudiante de baile y teatro, este es el vivo ejemplo de que el propio gobierno está limitando la promoción y divulgación de la cultura por medio de la música. La joven entiende que cuando el Partido Nuevo Progresista (PNP) está al poder, la agenda de políticas públicas prioriza intereses estadistas que dejan fuera del escenario los valores culturales puertorriqueños, representativos de la identidad nacional.
Por su parte, Chamir Bonano, “cantadora” de plena, relató que desde la enmienda a la Ley 189 del año 2011, Ley de Nuestra Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña, se han visto reducidas las intervenciones de su grupo de canto y baile, del cual participa también Ferrao.
Bonano manifestó que con su grupo llevan “buena música” a distintos centros nocturnos del país y siempre logran hacer reír a la gente. “Con la cultura y la música de aquí podemos olvidarnos por un momento de los momentos difíciles que está viviendo el país. La cultura lo es todo y por amor a ella, podemos rescatar al país”, expresó.
Asimismo, Ferrao señaló que el especial Raíces, producido por el Banco Popular en 2001, como el tradicional especial de Navidad, distorsionó la información histórica de la bomba porque más que fomentar el valor de este género musical, el fin primordial del banco fue uno comercial, en el que no se invirtió en investigaciones de gran envergadura.
Ferrao hace una comparación entre su investigación de casi 20 años con la capacidad económica que tiene el Banco Popular para llevar a cabo una investigación profunda sobre este género y, a su vez, impulsar la cultura puertorriqueña. El músico entiende que el banco pudo haber hecho mucho más si su interés hubiese sido genuinamente presentar la historia de la bomba y su significado y valor cultural.
Aún más, Ferrao tuvo la iniciativa de hacer una producción discográfica de bomba y jazz, la cual tuvo que producir independientemente ante la ausencia de disqueras que quisieran impulsar la propuesta musical. Eventualmente, el disco formó parte de los mejores compactos del año 2008 de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Ante la ausencia de un impulso sólido por parte de organizaciones gubernamentales, distintas personas han tenido que tomar iniciativas individuales como el caso de Ferrao con su disco. Tal es la situación de Gilda Rivera y su grupo de baile y teatro folclórico Danza Fiesta. Rivera opina que a través del baile de bomba pueden contar las historias de los puertorriqueños. Rivera lleva bailando bomba más de 25 años y ha llevado a su grupo a distintos países, en los que han comunicado la historia de Puerto Rico.   
         Asimismo, la sección 4 de la Ley 89 de 21 de junio de 1955, según enmendada, para establecer el Instituto de Cultura Puertorriqueña y definir sus propósitos, poderes y funciones, establece que “El Instituto de Cultura Puertorriqueña será el organismo gubernamental responsable de ejecutar la política pública en relación con el desarrollo de las artes, las humanidades y la cultura en Puerto Rico.”
Sobre este asunto, Mercedes Gómez Marrero, directora del ICP, indicó que su equipo de trabajo realiza la mejor labor posible de acuerdo con los recursos disponibles. Gómez destacó que en un escenario económico difícil, como el que vive Puerto Rico en la actualidad, las reducciones son normales, pero no dejan de ser alarmantes. Cabe señalar que en este nuevo año fiscal, el ICP tuvo una reducción de 3 por ciento de su presupuesto asignado.
Ante esta situación, Yolanda Rodríguez, estudiante universitaria, opinó que hay que comenzar por dividir las fundaciones y organizaciones de la rama gubernamental. Rodríguez manifestó que muchas veces se confunde la idea de que si algunas organizaciones funcionan con fondos del gobierno deben estar ideológicamente ligadas. Ella expresó que, a su entender, el gobierno, de cierta manera, presiona a las instituciones culturales a que miren en la misma dirección que los valores políticos del gobierno de turno.

Nota: Mañana presentamos el último reportaje de esta serie investigativa sobre el poco fomento de la cultura puertorriqueña en la Isla con el tema de los museos y su poca promoción.


Museos de la Isla: espacios de historias casi olvidadas

Nota: Hoy presentamos el último reportaje de la serie investigativa en torno al poco fomento de la cultura puertorriqueña en la Isla. En este reportaje hablaremos sobre los museos de la Isla y la poca promoción para atraer a los ciudadanos y turistas.

         Puerto Rico es uno de los puntos más estratégicos para el turismo y recibe grandes cantidades de visitantes al año, los cuales desean conocer más de la historia de la Isla, sin embargo, los museos, espacios que guardan la historia de todo lugar, no cuentan con programas atractivos ni con horarios ni personal que puedan asistir satisfactoriamente a quien vaya en busca de información.
         Tal es el caso de Bárbara de Jesús, quien durante el verano pasado decidió ir al Museo de Arte de Ponce sin sospechar que se encontraría con las puertas cerradas. De Jesús, motivada por su deseo de visitar el Museo, preguntó a personas cercanas a las instalaciones, quienes le indicaron que el Museo no abría los martes, por lo que tendría que volver otro día desde San Juan. Continuó su búsqueda de algún museo que visitar y después de pasar por varias instalaciones igualmente cerradas, solo halló abierto el Museo de la Historia.
Pese a la política del Museo de Arte de Ponce de que cualquier persona puede entrar, aunque no tenga la capacidad económica para pagar un boleto de entrada, De Jesús entiende que es una experiencia desagradable viajar de San Juan a Ponce para que no haya nadie que la atienda un martes de verano.
De esta manera, diferentes personas entrevistadas han tenido situaciones desagradables en sus visitas a los museos. Entre los denominadores comunes, pueden señalarse que no se obedece el horario oficial, hay poco personal para dar los recorridos, los visitantes se han sentido ignorados, no hay nadie en las tienditas de suvenires, entre otras situaciones.
Myrta Rivera, ama de casa y residente de Cayey, indicó que hace dos años quiso visitar el Museo Las Américas en Viejo San Juan, sin embargo, sus deseos fueron menguando mientras esperaba por que le asignaran alguna persona que le diera el recorrido. Rivera entiende que esta situación se debió a la falta de personal en el lugar, que redundó, además, en que la charla no fuera tan agradable porque le brindaron la información de manera rápida, pues había más gente esperando.
“No he vuelto más a museos. Prefiero ir a otros lugares, aunque sean menos culturales”, afirmó Rivera, quien ha perdido el interés hacia los museos de la Isla.
Asimismo, en 2009 causaron conmoción los despidos en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), siendo los museos los más afectados e incluso algunos tuvieron que cerrar por un tiempo ante la falta de personal. Las cesantías del gobierno de Luis Fortuño afectaron los distintos programas e iniciativas del ICP y aunque algunos líderes no lo quieran admitir, pareciera que el ICP funciona a merced de la política.
Algunos ciudadanos opinan que el despido de empleados en el ICP, mayormente guías de museos, es un plan del gobierno novoprogresista para acabar con la identidad del puertorriqueño, tal como opina Tatiana Fontánez, estudiante de baile y teatro.
Sin embargo, aunque parezca increíble, el ICP no cuenta con un registro de las piezas y pinturas que han prestado, de modo que no se sabe si dichas piezas han sido devueltas o no, según indicó su directora, Mercedes Gómez, a un periódico nacional. Esta situación pone en duda el compromiso del ICP hacia el patrimonio cultural.
La sección 1 de la Ley 89 de 21 de junio de 1955, según enmendada, para establecer el Instituto de Cultura Puertorriqueña y definir sus propósitos, poderes y funciones, establece que el ICP tiene el propósito de “conservar, promover, enriquecer y divulgar los valores culturales puertorriqueños y lograr el más amplio y profundo conocimiento y aprecio de los mismos”. No obstante, si el ICP no lleva un registro de las pinturas que ha prestado para actividades o exhibiciones, ¿quién cuida del patrimonio cultural?
Ante este escenario de incertidumbre, muchos ciudadanos piensan que es utópico esperar un plan organizado que ayude a levantar la actividad en los museos. Ediel Ramos, estudiante de Salud Pública en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), entiende que el gobierno está tan desorganizado que, si en algún momento comienza a buscar el orden, en lo último que va a pensar es en los museos.
Ramos hizo referencia a la pirámide de Maslow para explicar el problema cultural del país. La teoría psicológica sobre la jerarquía de las necesidades humanas, desarrollada por el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, sostiene que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados. Se establecen cinco categorías de necesidad representadas en una pirámide: fisiología, seguridad, afiliación, reconocimiento, autorrealización. Hasta tanto las categorías primarias no han sido cubiertas, no es posible alcanzar la cúpula piramidal.
El joven universitario entiende que no hay correspondencia entre oferta y demanda dado que la cultura se encuentra en el tercer nivel de la pirámide y al no satisfacerse las necesidades de los primeros dos niveles, el interés y la disposición hacia los próximos niveles es algo fuera del alcance.
Sobre este tema, Alexandra Ramírez, guía del Museo Las Américas, en Viejo San Juan, comentó que ellos siempre están muy dispuestos a recibir al público visitante, sin embargo, es poco el flujo durante el año regular.
“Durante el año recibimos pocas personas, solo gente que, de vez en cuando, se dan la vuelta porque han venido al Viejo San Juan a hacer alguna diligencia. Pero es más usual recibir grupos de escuelas o durante los recesos navideños o en verano”, expresó Ramírez.
La joven, quien lleva año y medio como guía del Museo, indicó que son cinco guías los que laboran allí y que muy pocas veces no dan abasto. Ramírez manifestó que el puertorriqueño, tristemente, no tiene tiempo para dedicarle a la cultura ni a la visita de museos, y el que lo tiene, no reconoce el valor cultural.
De acuerdo con el testimonio de algunos ciudadanos, los museos en Puerto Rico no cuentan con un plan organizado para brindar servicios, de modo que la cultura y la historia que conservan no podrán, de manera efectiva, trascender habitaciones.

Diciembre 2012

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